Tercera parte.


12.
Ojo del caballo.

Raquel se debatía sin descanso contra sus ataduras en aquella bañera llena de agua que la mantenía prisionera y privada de sus extremidades inferiores, transformadas, al contacto con el agua, en una larga y escamosa cola dorada. Kathya y Mikhail entraron al cuarto de baño un par de veces durante la tarde. Intentaron sonsacarle la información que había estado ocultando, pero ella se mantuvo inflexible.
Cuando se quedó sola, intentó zafarse de la bañera, arrastrándose, agarrando el borde como podía e intentando escapar. No sin esfuerzo lo logró, apoyando los codos en la parte exterior de la bañera y sirviéndose de ellos para, finalmente, conseguir salir y caer al suelo. Rodó por el baño, dejando una estela de agua en el suelo. Aún no podía levantarse debido a su cola, pero ésta no tardaría en secarse y volvería a tener apariencia humana. Cuando tuviera sus piernas de nuevo, se dirigiría a la sala vigilada por los vampiros y se haría con el relicario. Pacientemente esperó a secarse, sin hacer ruido, tirada en el frío suelo. La cola empezaba a perder el brillo que había tenido en contacto con el agua. Poco a poco, la cola desapareció y dos largas piernas la sustituyeron. Raquel se puso en pie y se miró al espejo. Su pelo rubio aún estaba húmedo y algunas gotas descendían sobre sus hombros. Las secó con una toalla y salió del baño. Aguzó el oído. No parecía haber un alma, pero sabía que había gente allí.
Cruzó la sede de la ADICT con absoluto sigilo. Juanjo y Héctor estaban charlando en la biblioteca. Raquel sonrió. Parecía que, con casi todos en Roma, iba a tener la vía casi libre. Los cuatro vampiros que vigilaban el relicario eran su único obstáculo. Y tenía un arma poderosa para librarse de ellos. Bajó al sótano, y encaró la puerta de la sala de aislamiento, donde se custodiaba el relicario con el Lignum Crucis. De improviso, dio una patada a la puerta y lanzó un chillido ultrasónico al mismo tiempo que lanzaba cuatro tentáculos con los que aprisionó a los vampiros que, pillados por sorpresa, nada pudieron hacer. Natalia, Silvia, Kathya y Mikhail cayeron inconscientes al suelo. Raquel sonrió y se dirigió a la caja fuerte. Lanzó sus tentáculos contra la puerta de la caja y la arrancó de cuajo. No lo importó hacer ruido. Cogió la caja que contenía el relicario en su interior y salió de la sala de aislamiento. Subió las escaleras. Pero no todo iba a ser tan fácil. Alguien la esperaba arriba.
¿Ibas a alguna parte?
Marta apuntaba con su pistola thaser a la sirena. Raquel sonrió con vehemencia.
Sí. Me llevo vuestro pequeño tesoro.
Juanjo y Héctor aparecieron al lado de Marta. Habían oído la caja fuerte saltar en pedazos.
¿Pero qué…? preguntó Juanjo.
Marta no esperó para disparar, pero Raquel fue más rápida. Con tres tentáculos agarró a los chicos por las piernas y los lanzó contra el suelo. Acto seguido, Marco, Mónica, Guillermo y Sandra salieron de la sala en la que estaban, tras haber oído el escándalo.
¿Pero qué…? intentó decir Marco.
Raquel había saltado por la ventana. Marta se incorporaba. Agarró su pistola y salió por la puerta.
¡Espera! exclamó Juanjo, corriendo tras ella.




El vuelo había salido de madrugada. El avión tomaba tierra con el alba. Cuando Javi bajó del avión y pudo encender su teléfono móvil, lo primero que vio fue un mensaje de Marta.
“La sirena ha escapado con el relicario del Lignum Crucis. Juanjo y yo la estamos siguiendo”.
Maldita seamurmuró Javi. Enseñó el mensaje a Laura y a Sergio.
Sabía que esa se iba a escapardecía Sergio.
Se dirigieron a la cafetería del aeropuerto para desayunar algo. La televisión estaba puesta y el corresponsal desde el Vaticano estaba en la pantalla.
Seguramente siguen con la abdicación del papadijo Laura.
No. Mira el rótuloseñaló Javi.
“Teniente de la Guardia Suiza y otros tres hombres encontrados muertos en los Museos Vaticanos”.
Por favor, ¿puede subir eso? le preguntó Sergio al camarero que tenía el mando de la televisión. Éste asintió y subió el volumen. Las palabras se oyeron con claridad.
…identidad de la persona que entró al museo, pero no se aprecia que falte ninguna obra de arte. Lo único que se sabe es que, como ya hemos dicho, el teniente Luca Sutermeister, de la Guardia Suiza del Vaticano, y cinco personas más pertenecientes a esta guardia, han sido halladas muertas por el capitán Dominic Sutermeister, hermano del fallecido…
¿Luca? exclamó Laura. ¿Está muerto?
Son una plagamurmuró Javi. Vicente ha creado otro neófito.
¿Otro más? preguntó Rafa.
Es obvio. Ninguno puede pasar por el obelisco debido al exorcismo, ha tenido que crear un vampiro con el virus. Poco a poco está creando un nuevo ejército.
Otra vez el móvil de Javi. Éste lo miró.
Dominic Sutermeister me ha dicho que me ponga en contacto con vosotros. Os espero en la puerta de vuestra sede. N.L.
¿Quién es N.L? preguntó Javi, extrañado.
Ni idearespondió Sergio.

Tan pronto como llegaron a la puerta principal de la ADICT lo supieron. Una chica de estatura media y rasgos asiáticos les esperaba en la puerta. Apoyada en la pared, brazos cruzados, mirada de preocupación que se dirigía al suelo. Su expresión denotaba una mezcla entre furia y tristeza.
Tú eres N.Ldijo Sergio, acercándose. ¿Qué significa N.L?
Ella ni se movió.
Pasad todosJavi abrió la puerta. Se dirigió a la chica. Pasa también.
Sin decir ni una palabra, pasó junto a Javi y Laura y entró. Javi cruzó con Laura una mirada de incertidumbre. La chica se dirigió sin mediar palabra al sofá y se dejó caer, con abatimiento. Javi escrutó atentamente su rostro.
Bien, basta de tonterías. Los Vicuña mataron a tu hermana, ¿no?
Toda la sala se volvió hacia Javi. Incluso la recién llegada levantó la vista.
Nadie sabe esodijo, solamente.
Pues es un poco obvio, siempre que observes con minuciosidad, al detalle respondió Javi, empezando a dar vueltas por la habitación. Tu parecido físico con la cazavampiros que nos ayudó, Mei Li, es asombroso. Supe que estabas emparentada con ella en cuanto te vi en la puerta. Tu expresión es de rabia y de dolor por no haber podido hacer nada para salvarla. Has estado llorando de impotencia esta mañana, se nota por el rímel corrido en los ojos, aunque has tratado de limpiarte las lágrimas, con lo que quieres demostrarnos una actitud de entereza que no tienes. Conozco muy bien ese sentimiento. Me juego lo que sea a que tiene algo que ver con el robo del relicario, o con el asesinato de Luca y su guardia. También Sergio nos contó una historia que debíamos tener en cuenta para dar nuestro siguiente paso. Nos habló de la leyenda japonesa de la diosa Amaterasu. Resumiendo: la katana de Amaterasu es la tercera reliquia.
La chica se levantó de un salto.
¿Cómo has podido saber todo eso?
Mi historia era buena, ¿eh? dijo Sergio. Tenía otras tres leyendas relacionadas con caballos en la reserva para seguir investigando otras vías, pero parece que Marco Aurelio, su caballo y su espada nos señalaron bien el camino.
Sí, pero al ver sus rasgos asiáticos comprendí que íbamos bien encaminados y que diste en el clavo con esa leyendareplicó Javi. En cuanto a todo lo demás… por favor, eres clavada a Mei. Se te nota su misma determinación. Mei no murió en vano. Hizo por nosotros todo lo que pudo.
¡Trató de detener a los vampiros! gritó la chica. Y fracasó. Y ahora está muerta su tono de voz disminuyó drásticamente y dos lágrimas brotaron de sus ojos.
¿Cómo te llamas? preguntó Laura, acercándose y dándole un pañuelo.
Natsuki Li respondió ella. Y sí, Mei era mi hermana. Y también somos guardianas de la Katana de Amaterasu. Pertenecemos a una antigua orden samurái.
¿Mei Li era samurái? se sorprendió Laura. Ahora tiene más sentido que nos la encontráramos persiguiendo a los Vicuña.
Los samuráis se extinguieron, ¿no? preguntó Sergio.
Sí, pero nuestra orden pervive a lo largo de los siglos. La katana permanece oculta. Margarita Vicuña encontró la clave. La perseguí, pero se escapórelató Natsuki.
¿Margarita Vicuña? Javi torció el gesto. ¿Aún quedaba Margarita? ¿Y dónde estaba cuando asaltamos a la guardia? ¡Pero qué hija de…!
Esa desgraciada sabe cómo empezar la búsqueda de la katana de Amaterasu. Pero por suerte necesita esto.
Natsuki puso un objeto encima de la mesa. Era una joya verde, suficientemente grande como para caber en la palma de la mano.


¿Qué es? preguntó Javi.
La gema sagrada, Yasakani no Magatama dijo Natsuki. El portal  será desvelado con la primera luz reflejada en Yata no kagami.
¿Te importa hablar en cristiano? preguntó Javi.
Yata no kagami es el Espejo de Amaterasurespondió Sergio. Todo apunta a que si se refleja la luz en la gema ésta mostrará el portal reflejado en el espejo.
El móvil de Javi sonó. Una llamada de un número desconocido.
Javi contestó.
¿Sí?
La voz que oyó al otro lado de la línea le dejó helado.
¿Quieres volver a ver con vida a Juanjo y a Marta?
Vicente.
¿Qué quieres ahora? preguntó Javi, cansinamente.
Que descifres el enigma de la gema de Amaterasu y nos entregues la katana del samurái. De lo contrario, vuestros amiguitos morirán.
¿Es un farol?
La pregunta tuvo una respuesta muy sencilla.
¡Haz lo que te dice! ¡No va de farol! se oyó la angustiada voz de Marta al otro lado.
Maldita seamurmuró Javi.
Tienes cuarenta y ocho horas. Soy considerado con el tiempodijo Vicente. Tendrás noticias mías pronto.
La comunicación se cortó. Javi dio un puñetazo en la mesa.
¡Maldita sea! repitió.
Miró la extraña gema verde.
Reflejar la luz, ¿no? ¿No sirve cualquier cosa para reflejarla?
Técnicamente debería servirdijo Natsuki, pero el espejo sagrado de Amaterasu tiene un ángulo de concavidad que lo reflejaría de un modo especial y…
No hay tiempo que perder Javi le arrebató la gema y se dirigió al baño.
¡Pero espera! ¿Dónde vas? exclamó Natsuki.
A reflejarlo en un espejodijo Javi.
Laura le siguió. Sergio también.
¡No servirá de nada! exclamó Natsuki, andando tras ellos.
Hay que intentarlo al menosrespondió Sergio.
¿Intentarlo? ¡No se puede intentar! exclamó Natsuki. Si fuera tan fácil alguien habría encontrado ya la katana.
Javi llegó frente al espejo del baño y aisló toda la luz que venía del exterior. Puso la joya justo enfrente del espejo y alumbró con una linterna el cristal. El reflejo incidió en la gema dejando entrever unos caraceteres japoneses:

        

¿Qué significan? preguntó Javi.
No conozco esos caracteresrespondió Natsuki.
Javi resopló.
Aunque puede ser…Natsuki salió del baño y, al poco, volvió con un folio y un lápiz. Dibujó los caracteres tal y como los veía. Y dio la vuelta al folio.

¿Qué? Javi se impacientaba.
Uma no me. El ojo del caballo.
Fascinante… qué gran avancedijo Javi, irónico.
El caballo de Amaterasusugirió Sergio, mientras volvían a la sala de reuniones.
Déjate ya los caballos, hijosuspiró Javi. Analicemos de nuevo lo que sabemos. Tu historia. El ojo del caballo.
Hubo unos momentos de silencio. Éste se rompió al cabo de unos segundos. Fue Sergio el que hizo la pregunta.
¿Hay algún templo dedicado a Amaterasu que tenga caballos?
Tal vez el Templo de Ise respondió Natsuki. En el interior del gran santuario de Ise, cerca de la entrada. Ahí están los caballos dedicados a la Diosa. La Casa Imperial de Japón le dedicó esos caballos. Tres veces al mes son vestidos y llevados al lugar santo del templo. Allí inclinan su cabeza ante la Diosa.
¿Me estás queriendo decir que tenemos que ir a Japón? preguntó Sergio. Natsuki negó con la cabeza.
¿No habéis visto otro caballo en vuestra búsqueda?
Se hizo un breve silencio que fue roto por Javi al cabo de unos pocos segundos.
Bueno, señores, parece que hay que volver a Roma, ¿no?
Sergio conectó el ordenador y reservó nuevamente el viaje.
Estamos quedándonos sin pastadijo. No podemos permitirnos un viaje con demasiada gente. Sólo iremos Javi, Laura y yo.
Natsuki tiene que acompañarnosdijo Javi. Ella sabe cómo encajar la gema sagrada en el ojo del caballo.
Sergio asintió.
Por lo demásañadió Javi, vosotros tenéis que quedaros aquí vigilando que el disco solar está a salvo, igual que el lignum crucis. Puedo confiar en vosotros, ¿no?
Venga, tranquilo, sabes que mientras estemos aquí no pasará nadarespondió Rafa. Vosotros id a por eso.
Cuando volvamos encontraremos un cráter volcánico donde antes estaba este magnífico edificio nuestroSergio movió la cabeza y terminó de reservar las dos habitaciones dobles en Roma, una para Laura y Natsuki y otra para él y para Javi.
Aunque, a lo mejor…empezó Javi.
¿A lo mejor, qué?
Natalia y Silvia pueden rastrear el sitio al que Vicente se ha llevado a Juanjo y a Marta. Y el grupo de Rafa puede intentar rescatarles antes de que esto vaya a más.
Tú lo que quieres es gastar el poco presupuesto que nos queda en funeralesterció Sergio. Mira, Javi, si enviamos a estos desustanciados a la guarida de Vicente Vicuña y sus amiguetes, vuelven sin extremidades.
Si Natalia y Silvia ayudan, no tiene por qué pasar nada malo.
Estamos hablando de Lucas y de Galindoinsistió Sergio.
Eh, que os estamos oyendodijo Lucas. Javi y Sergio le ignoraron.
Por eso mismo, son capaces de prenderle fuego al sitio donde esté Vicente escondidoreplicó Javi. ¿No ves que la catástrofe les acompaña por donde pisan?
El problema es si le van a prender fuego a la casa con Juanjo y Marta dentro o si los van a conseguir sacar antessiguió diciendo Sergio.
Bueno, supongo que Marta y Juanjo sabrán salir.
¡Que estamos aquí! exclamó Lucas.
Que sí, que ya me he dado cuenta, buen hombrele dijo Sergio, como si nada. En fin, que hagan lo que quieran, que ya son mayorcitos.
¿Entonces vamos a rescatar a Marta y a Juanjo o no? preguntó Rafa.
Si tenéis una buena estrategia…
Yo creodijo Rafa que podemos hacerlo. Tenemos a Natalia y Silvia de nuestro lado. Y a Esther se la puede volver a llamar si hace falta.
No sé, yo creo que es demasiado peligroso. Deberíamos esperar a ver qué pasaintervino Irene.
A lo mejor Natsuki nos ayudadijo Rafa. Se la ve tan maja…
Escuchaddijo Javi, lo mejor es que Natsuki se quede aquí mientras Laura y yo nos dejamos caer de nuevo por Roma para ver lo del ojo del caballo. Nos estamos ventilando la subvención del Gobierno en viajes y hay que empezar a hacer recortes.
Otro con los recortesdijo Irene.
Te quejarás de lo mal que estás aquídijo Sergio.         
Bueno, nosotros nos vamos, el resto se queda. Sergio, te quedas al mandoordenó Javi.
¿Yo, al mando de esta panda de desustanciados? Siempre me toca a mí. Te aviso de que como alguno me la líe me voy a la casa de campo de mi tío, agarro la pala con la que hace los socavones para plantar los nabos y me lío aquí a palazos con estos inútiles.
¡Te he dicho antes que estamos oyéndote! exclamó Lucas.
Que sí, y yo te he oído ya, hijodijo Sergio, cansinamente.
Pues nadadijo José Antonio, señor Javier, pasad buen viaje y no volváis tres.
Javi le lanzó una mirada asesina.
Que sean dos palas, Sergio dijo. Dos palas.

Javi y Laura salieron de inmediato hacia Roma. Por la tarde estaban allí. Fueron directos a la Piaza del Campidoglio, donde se erguía la estatua de Marco Aurelio, montado en su caballo, encima de su pedestal. Laura sacó la joya de su bolsillo y la acercó a la estatua.
No llego, el ojo está demasiado alto.
Habrá que subirse al pedestal y poner el ojo.
Pues vaya espectáculo vamos a dar.
Trae, lo haré yo.
Javi cogió la joya y trepó con agilidad al pedestal de la estatua. La gente le miraba extrañado. Puso la joya en el ojo del caballo. No tenía la misma forma, pero algo hizo clic en la estatua. Un pequeño rollo de pergamino cayó al suelo. Javi lo cogió, retiró la joya y saltó al suelo. Le enseñó a Laura lo que había encontrado. Era un mapa. Una frase en inglés y dos palabras en mayúscula, entrecomilladas. La frase fue traducida como:
El secreto está en “Blokorny Suemum”.
¿Qué es “Blokorny Suemum”? preguntó Laura.
No tengo ni idearespondió Javi.
Sacó el móvil y llamó a José Antonio.
¿Ya estás llamando, tan pronto?
Deja de hacer el ganso y atiende. Búscame “Blokorny Suemum”.
¿Blo qué?
Javi se lo deletreó. José Antonio lo introdujo en el buscador. Nada. No había una sola entrada.
Sugiere buscar “Blokorny Suemmum”, pero por lo demás…leyó José Antonio en la pantalla.
Pues qué bien.
De todas formas tampoco hay nada si clico ahí. Esas palabras no existen dijo José.
Vale, déjalo. Volvemos ya. Se nos ocurrirá algo. ¿Ha pasado algo?
Bueno, de momento no tengo noticias de que haya pasado nada. Están todos aquí. Sergio prefiere no mover ficha para ir a ver si sacan de allí a Juanjo y a Marta.
Yo habría hecho lo mismo. Mejor esperar.
Siguió mirando las letras. “Esas palabras no existen”, había dicho José Antonio.
 Si estas palabras no existen es porque las letras están desordenadas dijo Javi. Fíjate bien.
Laura cogió el mapa.
¿Crees que es un anagrama?
Javi asintió. Se dirigieron de regreso al hotel, al que tardaron unos veinte minutos en llegar, y una vez allí Javi cogió un folio y un lápiz.
Es cuestión de probardijo, y empezó a escribir.
“Blokorny Suemmum”. Fue escribir “suemmum” y fue como un flash, un relámpago cruzando sobre su mente, destellando en sus pensamientos.
Reliquias. Un objeto. Museo. MUSEUM.
Pero lo difícil era saber dónde estaba el museo, y la primera palabra parecía decirlo. Laura lo vio claro.
Hemos estado cruzando España de norte a sur para encontrar un trozo de un instrumento de tortura de la antigua Roma, donde se clavó a Jesús de Nazaret. Hemos ido a Roma para buscar un objeto egipcio. ¿Dónde crees que hay que ir para encontrar un objeto japonés?
No sé. Me cuesta dar con ello. Blokorny me suena a australiano.
Brooklyn. Brooklyn Museum dijo Laura.
Javi dio un golpe en la mesa.
Claro. El museo de Brooklyn.
Laura señaló la parte de atrás del folio.
Hay algo escrito ahídijo.
Javi le dio la vuelta. Solamente había una palabra.
Byakkoleyó, tal cual. ¿Será otro anagrama?  
Me suena haberlo oído en alguna partedijo Laura. No recuerdo dónde. Alguna serie de dibujos animados, tal vez.
Javi cogió el teléfono y llamó a Sergio para pedirle que investigara las obras del museo y si había relación con los famosos caballos de Amaterasu o algo que les llevara a pensar que hubiera cosas relacionadas con la cultura japonesa. También le dijo que investigara lo de Byakko. Sergio asintió y se puso a ello. Irene se sentó frente al ordenador y tecleó, buscando el museo. Entró al buscador, tecleó la página web, buscó obras japonesas en el museo y se dirigió a Sergio.
Hay algunas obras japonesas, fíjate bien.
Sergio echó un vistazo.
¿Hay algo relacionado con el caballo, con Amaterasu, lo que sea? preguntó Sergio. Irene miró la lista de objetos.
No tengo ni idea. Iré a preguntarle a la hermana de Mei. ¿Dónde está?
Natsuki no estaba allí. Irene se levantó del ordenador y la llamó. Le pareció oír risas provenientes del despacho de Rafa. Se dirigió hacia él, abrió la puerta y vio a Rafa y a Natsuki, como si se conocieran de toda la vida, departiendo amigablemente y riéndose de, quizá, algún chiste malísimo que había contado él.
¿Te diviertes, jefe de operaciones? preguntó Irene, sin cruzar el umbral de la puerta.
Mucho, ¿por? respondió Rafa, despreocupadamente.
Estamos en crisis y tú, como de costumbre, haciendo el imbécil le espetó Irene. Tú, japonesa, ven.
¿Haciendo el…? Rafa se levantó. Oye, no te permito que…
¿Qué no me permites? exclamó Irene. Despierta de una vez y pon los pies en la tierra. Muy jefe de operaciones pero no te enteras de nada.
Irene cerró dando un portazo.
Natsuki salió tras ella.
¿Hemos hecho Rafa san o yo algo que te haya molestado?
Irene se limitó a responder:
Ven conmigo y mira el ordenador.
Sergio se impacientaba ya. Estaba mirando su teléfono móvil. A su lado, José Antonio, soltando una estúpida perorata sobre la nueva versión de los mejores navegadores móviles.
Por fin, Irene. Este desustanciado me estaba calentando la oreja con sus imbecilidadesdijo Sergio.
¿Imbecilidades? preguntó José Antonio. De eso nada, es lo último para navegar…
¡Si quieres navegar cómprate un barco, vete al Océano Índico y a mí déjame en paz, esperpento! bramó Sergio.
Irene se sentó en el ordenador, colorada como un tomate.
¿Te pasa algo?
Nada. Que Javi y tú lleváis razón. Estamos rodeados de inútiles.
Oh, qué bien te veodijo Sergio, te estoy viendo de jefa de operaciones y cuando yo digo que te veo es que te veo…
Natsuki se limitaba a mirar la pantalla del ordenador.
Byakko, habéis dicho.
¡Sí! le espetó Irene, no muy amable.
Se refiere al tigre blancodijo Natsuki. Es uno de los cuatro monstruos divinos que representan los puntos cardinales. Byakko representa el oeste. Es el símbolo del aire.
Irene miró la lista de obras con desgana y se detuvo en la imagen de un tigre pintado en un lienzo.
Vaya. Un tigre dijo, con voz aburrida. No es blanco. Pero es un tigre. Hay un tigre en el museo de Brooklyn.
Adivina quién va a reservar un viajecito a Nueva York dijo Sergio, sentándose al otro ordenador y abriendo la página de reserva de hoteles.
Antes de hacer nada, llamó a Javi y a Laura. Les contó lo que habían averiguado acerca de la palabra del mapa. Javi no lo veía muy claro.
Si nos lleva simplemente a ese lienzo, ¿qué es lo que viene después? No hay más pistas. Además, si me has dicho que el tigre ni es blanco…
Pero es lo único que hay. Deberíamos ir.
¿Eres consciente de lo que hemos gastado en viajes últimamente?
Tranquilo, que Natalia tiene pasta para pagarnos este. Al menos así hacemos turismo por el mundo.
Bueno, vale. Está bien. Hacemos el vuelo desde Roma hasta allí y nos cogemos el primer avión que salga a Nueva York.
Javi colgó. Se dirigió a Laura.
Museo de Brooklyn, Byakko. Hay un lienzo de un tigre, pero no es el tigre blanco.
Pero sabemos qué representa el tigre. El aire. El oeste reflexionó Laura, continuando el hilo de Javi.
Al oeste del Museo de Brooklyncontinuó Javi.
Sacó su móvil de inmediato. Buscó en los mapas por satélite.
Mira. El museo de Brooklyn está situado en 200 Eastern Parkway dijo Javi, señalando. Laura se inclinó sobre la pantalla.
¿Qué hay al oeste? preguntó.
Javi siguió una línea hacia el oeste desde Eastern Parkway. Esta calle desembocaba en otra, West Dr, que se bifurcaba a su vez en East Dr. Ambas estaban en el interior de una inmensa zona verde delimitada al oeste por calles como Prospect Park West y Prospect Park Southwest.
En esa zona hay una pista. Prospect Parkdecía Javi. ¿Qué narices hay en Prospect Park?
No tengo ni idea. Quizá no se refiera a Prospect Park y se refiera a algún edificio situado justo al oeste del tigre del museo de Brooklyn.
¿Tal vez el oeste de donde mire el tigre?
¿No te parece muy rebuscado? preguntó Laura.
Sí, pero no descarto nada.
Decidieron regresar a Cartagena ese mismo día, en el primero avión en el que encontraron plazas. Durante el viaje revisaron planos de Nueva York para buscar potenciales sitios en los que pudiera estar la pista siguiente. Pero en la mente de Javi se cruzaba otra cosa que había estado ahí a lo largo de todo el viaje: el secuestro de Marta y de Juanjo. Se había decidido a sacarlos de dondequiera que estuviesen antes de continuar buscando la katana.


13.
Natsuki.

Sergio había recibido la llamada nada más tocar tierra el avión en el que Javi y Laura volvían. Iba a haber una pequeña reunión urgente. Aun con el cansancio del viaje de vuelta y la insistencia de Laura en irse a descansar, Javi no cedió. Habían perdido demasiado tiempo, el reloj avanzaba implacable y Vicente no iba a tener mucha paciencia a la hora de pegar un buen mordisco a sus rehenes si no se le daban resultados concretos que le acercaran a sus objetivos. Por ello entró como una exhalación a la ADICT y señaló de inmediato la sala de reuniones. Sergio dejó el sudoku que estaba haciendo y le siguió el primero.
Bien, damas y caballerosdijo Javi, tomando asiento. Sergio se sentó a su lado izquierdo. Laura, al otro lado. Natsuki se sentó al lado de Laura. Rafa apartó la silla para sentarse al lado de la cazavampiros pero entonces Irene se sentó allí.
Gracias, muy caballeroso.
Estás en mi…
Gracias, Rafa, en serio.
Pero…
¿Vais a dejar de hacer el besugo antes de que den las doce de la noche o vais a seguir? preguntó Sergio. Rafa se sentó al lado de Irene.
Natalia ocupó la silla al lado de Sergio. A su lado, su hermana Silvia. Por último, José Antonio, luego Lucas y al final, Galindo, cerrando el círculo y al lado de Rafa.
Bien, estamos aquí para idear un plan de ataque y sacar a Juanjo y a Marta de ese estercolero al que Vicente les ha llevadoempezó Javi.
¿Estercolero? preguntó Lucas. ¿Les ha dejado en la basura?
Oye, no empieces, que saco el serrucho y empiezo a seccionar partes nobles dijo Sergio, que tenía sueño y no estaba para muchas tonterías. Javi asintió, mirándole, y continuó.
De las cuarenta y ocho horas que nos dio Vicente apenas faltan veinticuatrodijo Javi. Es primordial que intentemos sacarles de allí. ¿Alguien tiene algún plan?
Lucas levantó el brazo.
¿Nadie? siguió Javi, sin prestar atención al brazo de Lucas. Venga, hombre, ya deberíamos conocer bastantes planes de rescate.
Por favorprotestó Lucas. Natalia y Silvia distraen a los malos, y mientras tanto entramos nosotros y sacamos a nuestros amigos.
Sergio meneó la cabeza.
¿Alguna idea que no sea un suicidio colectivo? preguntó. Algo que no implique que alguien tenga que morir en el asalto.
Necesitaríamos un plano de la casadijo Rafa entonces. A saber en qué habitación tienen esos degenerados a Juanjo y a Marta. Así tendremos una composición visual del sitio y sabremos por dónde atacarles.
Valedijo Javi. ¿Dónde les tienen?
Entonces la mirada se dirigió a Natalia.
¿Puedes rastrearles?
Ella asintió.
Dame media hora y diré dónde están Juanjo y Marta.
Media horaasintió Javi. ¿Y luego, Rafa?
Luegocontinuó Rafa intentaremos colarnos en esa habitación antes de que nadie se entere. Si es un sótano estará difícil, pero si es una planta alta podremos trepar hasta la ventana y entrar por ella.
Buenodijo Javi, volviéndose a Natalia. Rastréales. Cuando les tengas me das un toque.
Natalia levantó el pulgar y salió de la sala.
Bueno, ya hemos acabado, ¿no? preguntó Rafa, levantándose.
No, en realidadrespondió Javi. Rafa volvió a sentarse, con desgana. Nastuki, cuéntanos la historia de tu vida. Todo acerca de esa katana. Cómo sucedió para que tu familia llegara a protegerla de vampiros y demás seres.
Natsuki resopló.
Hay veces en las que el pasado debería olvidarsedijo.
Si olvidas el pasado corres el riesgo de volver a repetir tus errores sentenció Javi. Por eso quiero que nos cuentes todo. Vas a formar parte de este equipo, ¿no?
Natsuki asintió con la cabeza.
Entonces debemos saber qué buscamos. ¿Desde cuándo tu familia protege la Katana de Amaterasu?
Desde hace muchos siglos. Desde la época de los primeros samuráis comenzó Natsuki.

La espada sagrada, la reliquia que protegía la familia de Natsuki desde hacía generaciones, fue encontrada por el dios Susanoo en la cola de una serpiente de ocho cabezas que aterrorizaba al pueblo. Susanoo la mató emborrachándola con sake y cortándole las cabezas. La espada que encontró en la cola de la serpiente fue entregada a su hermana, Amaterasu, como señal de paz. Tanto el Espejo, como la Joya y la Espada, fueron providenciales para legitimar el sistema imperial de Japón y sus custodios desde entonces, en el siglo VIII, fueron los samurais. A lo largo de los siglos muchas guerras fueron libradas por los samurais. En el siglo XIX hubo bruscos y masivos cambios en la cultura japonesa. Algo que los samurais no estaban dispuestos a aceptar. Fue cuando tuvo lugar la rebelión de Satsuma y su ejército, cayendo todos los samurais en la misma. Pero con ello las reliquias imperiales de Japón quedaban desprotegidas de un mal que había estado persiguiéndolas sin éxito durante mucho tiempo. Antes de comenzar la rebelión, uno de los más avanzados samurais, Saigo Takamori, se reunió con uno de sus discípulos y le dejó instrucciones. No debería tomar parte en la batalla que pronto iba a tener lugar, pues si todos caían no quedaría nadie para proteger las reliquias y, menos aún, la espada. La katana de Amaterasu. Era providencial que aquella katana fuera protegida. Pero el pupilo de Takamori no obedeció las órdenes. Dejó a su prometida un papel en el que se revelaba dónde estaba la pequeña joya sagrada verde, explicándole que era la clave para hallar la ubicación de la katana. Todos los samurais murieron en la rebelión de Satsuma y Saigo Takamori fue considerado el último samurai. La prometida de su pupilo, desconsolada, pensó en deshacerse de la joya que tan nefasta suerte había traído. En lugar de eso, la guardó en un cajón y allí cayó en el olvido. Pasaron los años. Ella rehizo su vida. Se casó y tuvo dos hijos. El mayor de ellos encontró la joya por casualidad, y movido por la curiosidad, le preguntó a su madre. Ella le contó la historia. El niño, fascinado, juró que encontraría la katana y la protegería de aquellas fuerzas del mal. Y comenzó un duro entrenamiento diario. El nombre de aquel joven era Tsubasa Li. Llegó a dominar el arte de la katana y pasó el secreto a sus hijos. Lamentablemente nunca supo lo que significaba el Ojo del Caballo, ni tampoco nadie sabía dónde estaba aquel caballo. El último samurái se había llevado el secreto a la tumba.
Así, pasaron el secreto de generación en generación, protegiendo la joya de unas extrañas criaturas que a veces les atacaban, unas bestias mitad hombre y mitad lobo, que venían las noches de luna llena a por la joya y que la reclamaban para sí, ya que guardaba la ubicación de un místico objeto que les pertenecía desde hacía eras. Aquellas bestias mataron a los padres de Tsubasa y él y su hermano, Tora Li, tuvieron que seguir adelante sin sus padres. Si aquellas bestias querían la joya que prtegían, no iban a poder arrebatársela. Y pasaron los años. Y Tsubasa y Tora tuvieron descendencia. Tora consideró que el secreto debía continuar por la rama familiar de su hermano, al ser él el primogénito. El secreto continuó descendiendo por el árbol genealógico hasta llegar a finales del siglo XX, cuando dos niñas, Mei y Natsuki Li, nacieron, y fueron designadas también para proteger la joya de aquellas bestias y, ahora, de un extraño grupo de vampiros que también la quería. Mei y Natsuki fueron entrenadas desde muy pequeñas. Mei siempre llevaba ventaja, estaba claro que tenía un don especial para manejarse con las artes marciales. Natsuki tenía que entrenar muy duro. Siendo niñas las dos, una noche, dos neófitos pertenecientes al ejército que estaba formando Serafín Vicuña entraron en su casa a buscar la joya. La madre de Mei y Natsuki se despertó de improviso, habiéndole parecido oír algún ruido. Los neófitos mataron a la madre tan pronto como pudieron. Mei y Natsuki, que se habían despertado por el ruido, presenciaron la escena. Las dos niñas, de trece y diez años, estaban blancas como la cera, viendo el cuerpo inerte de su madre en el suelo. Mei no tuvo compasión del primer vampiro. Le ensartó una estaca en mitad de su corazón. Natsuki hizo lo mismo con el otro. Al día siguiente tuvo lugar el funeral de la madre. El padre de las niñas hizo que se trasladaran a otro sitio. Se llevó la joya consigo, la escondió y se establecieron en Okinawa. Allí las dos niñas perfeccionaron aún más su técnica de artes marciales y, cuando Mei cumplió la mayoría de edad, tomó una decisión.
Cuando esté preparada iré a perseguir a esos lobos y a esos malditos chupasangre. Les exterminaré a todos y vengaré la muerte de nuestra madre.
Natsuki nunca estuvo muy conforme. Pero pasaron un par de años y Mei se fue. No volvió nunca. La trágica noticia de su muerte le llegó al cabo de unos meses, con el paliativo de que Serafín Vicuña y sus secuaces estaban muertos. Natsuki buscó información por Internet. Tenía noticias de que Mei había ido al sudeste de España. Así que buscó noticias relacionadas con asesinatos producidos en aquel país. Le chocó bastante un titular.
“Río de sangre en la Asamblea Regional de Cartagena”.
Un diputado muerto, una chica de rasgos asiáticos muerta, otra extraña muerte que nadie alcanzó a dilucidar, un tiroteo y el presidente de España secuestrado por una asociación llamada ADICT.
Natsuki tomó la decisión en menos de dos horas. Hizo las maletas y, tras despedirse de su padre, la joven de diecinueve años partió a España con la joya en la mano, intuyendo que aquellos ADICT sabían algo del asunto.
No sabía ella hasta qué punto estaba en lo cierto.



14.
Más viajes.

El viaje está reservado anunció Sergio. A continuación anunciaré quién viene y quién se queda.
Psé. Esto es dar la alineación inicial como si fuera un partido de liga murmuró Rafa.
¿Tienes algo que compartir con el resto? preguntó Sergio.
No, no, por favor, adelanterespondió Rafa, con sarcasmo.
Bien…empezó Sergio. Por motivos estrictamente económicos (y que algunos de aquí son rematadamente imbéciles, sin mirar a nadie), Javi y Laura serán los que vayan a París. Así pues, me vais a tener aquí al mando hasta su vuelta.
Nos encargamos nosotros de vigilar las dos reliquias, Javi intervino Silvia. Natalia y yo ayudaremos a esos rusos.
Lo cierto es que es mejor que yo me quede aquí con Lucas y Galindoterció Rafa. Con tanto viaje de un lado para otro no termino de encontrarme muy bien. Además, todavía tengo mal el pie.
Sergio lanzó una iracunda mirada al aire.
Os vais a enterar, esperpentos…
Natsuki dio un paso al frente.
¿Y yo?
No has venido a España para estar viajando de un sitio a otro. Quiero que investigues con Marta los movimientos de Vicente y compañía dijo Javi. Quiero que sepáis dónde van, lo que hacen, todo. Creo que Sandra tiene tiempo libre ahora, puede ayudaros.
Sandra asintió desde su asiento.
¿Dudas e inquietudes? preguntó Sergio. Silencio por respuesta. Bien. Se acabó la reunión.


Javi y Laura habían hecho la maleta con rapidez. Esa misma tarde salía el vuelo hacia París y no habían tenido mucho tiempo. Tres o cuatro camisetas, algunas cosas de aseo, un par de zapatos cada uno. No daba tiempo a más, además de que el viaje no iba a ser demasiado largo. Esperaban solucionar aquel asunto en no más de un par de días. A las tres de la tarde ya estaban en el aeropuerto.
¿Lista? preguntó Javi, mirando a Laura.
Listarespondió ella, sonriendo. Le agradaba la perspectiva de ir a París con Javi, aunque solamente fuera para ir a buscar aquella reliquia.
La megafonía del aeropuerto anunciaba apenas unos diez minutos después que los pasajeros del vuelo con destino a París tenían que embarcar en breve.

Rafa se encontraba descansando en su despacho. No se había movido de allí en todo el día. En realidad, ni siquiera sabía por qué había acudido a su oficina. La pierna aún le dolía, pero eso no era excusa para quedarse en casa y, además, Sergio le había dicho que tenía que quedarse al frente de aquella panda de aneuronales que seguro que dejaban un cráter en la sede mientras ellos no estaban allí. Rafa resopló. Lucas, Galindo y Mónica entraron a su despacho.
Bien, hoy es día de descansoempezó Lucas.
Descanso, ¿eh? gruñó Rafa, por lo bajo.
Por supuesto. Vamos a comer fuera y luego a echar una partidita de mini golfrespondió un sonriente Galindo.
Ya. Y supongo que no os habéis parado a pensar que pueden robar lo que nos han dicho que protejamos. Sobre todo la condenada sirena, o los lobos, o cualquier ser igualmente repugnante…
¡Venga ya! exclamó Mónica, levantando las manos al cielo y dejándolas caer encima de la mesa de Rafa. Te estás volviendo un aburrido, igual que Javi y Sergio y…
Se llama madurar, igual deberíais probarlo vosotrosla cortó Rafa. La vida no consiste sólo en juergas. Paso del paintball, o el minigolf, o lo que sea que vayáis a hacer. Porque además, estoy lesionadoseñaló la pierna, que aún le dolía.
Es un rasguño de nadadijo Lucas.
¡Casi me mato! exclamó Rafa.
Juanjo y Héctor entraron al despacho.
Hay movimiento fueradijo Juanjo . No parece que vayan a atacar, pero sí que están vigilando. Los sensores de presencia captan algo.
¿No veis nada por las cámaras? preguntó Rafa.
Héctor y Juanjo movieron la cabeza negativamente.
O es el hombre invisible o sabe pasar inadvertido. Pero con los detectores de presencia no ha podidodijo Héctor. Ha saltado uno de los sensores de atrás.
Kathya está al tantodijo Juanjo. Mickhail va a ir a vigilar el perímetro desde la azotea. De momento no hay motivos para preocuparse.
Rafa asintió.
¿Y José Antonio? quiso saber.
Pues donde siempre. Con su ordenador, sus aplicaciones de móvil y demás. Y Sergio está en su despacho leyendo. Por si te interesa.
Buenole cortó Lucas, ¿te vienes a comer o no?
Me quedo aquí, no quiero que me matenRafa cogió un libro de la estantería y se puso a leer. Si quieres irte a comer, vete. No te atragantes ni nada de eso. Hale.
Lucas, Galindo y Mónica se intercambiaron una mirada de desdén y salieron del despacho. Juanjo y Héctor decidieron volver a sus puestos para seguir controlando lo que pasaba ahí fuera.
Marta charlaba con Natsuki en la sala de reuniones.
Marta se había acercado a Natsuki.
¿Por qué te sigues torturando? le preguntó, viendo que Natsuki era incapaz de levantar el ánimo.
Lo de Mei es culpa mía. Nunca debí dejar que viniera sola. Si hubiera estado con ella Mei nunca habría muerto.
Eso no es cierto, Natsurespondió Marta.No tienes la culpapasó un brazo tras la espalda de Natsuki. No había manera de saber qué iba a pasar. Y los Vicuña eran enemigos muy poderosos. Y lo siguen siendo. Quizá ahora estaríais las dos muertas si hubieras estado en aquel escenario. Cualquiera de nosotros pudimos haber muerto.
La mirada sombría de Natsuki se levantó del suelo para mirar a Marta a los ojos.
Pero debí haber estado con ella. Y ella me dijo que me quedara a proteger la joya sagrada mientras venía a cortar el problema de raíz. Y no lo logró. Y ahora ellos están tras la pista y lo saben todo.
No vamos a dejar que ocurra nada. Javi y Laura van a resolverlo todo…dijo Marta, disimulando una punzada de dolor. Aunque quisiera, no lo había podido superar aún. Lo de Javi y Laura le atravesaba el alma como un puñal helado. Pero ella tenía que ser fuerte. No había hablado de aquello con Javi. Él tampoco con ella, aunque Laura le había asegurado que Javi se sentía mal por ella. La relación entre Javi y Laura no había afectado a su amistad para nada. Marta no había dado tiempo a una posible pelea con su amiga a causa de que le robara el chico que a ella le gustaba. Se había largado a Finlandia antes de que pudiera pasar nada. Se había ido sin despedirse y sólo cuando había llegado a su destino se había puesto en contacto con Javi para decirle que se había ido. Él se sintió fatal, adivinando el motivo. No supo realmente el motivo de su primera ruptura con Laura. El caso es que había siempre estado hecho un lío y no sabía por quién decantarse, hasta que ocurrió lo del virus ponzoñoso y lo tuvo claro. Marta suspiró y le habló a Natsuki.
Vamos a dar un paseo, te sentará bien.
Nastuki se levantó, aceptando. Marta se dijo para sus adentros que el paseo también le sentaría bien a ella.

Vicente estaba realmente contrariado.
Sois demasiado inútiles. O tal vez novatos.
Valentín y Nicolás estaban allí mismo, delante de él, con la cabeza gacha. Vicente paseaba de un lado a otro de la habitación.
Quizá los metomentodos de la ADICT son realmente buenos y han podido entrar aquí sin que les oigáis ni les veáis ni les percibáis de ninguna manera. ¿Son tan buenos, en serio? preguntó, deteniéndose delante de Nicolás y mirándole fijamente con sus ojos rojos.
Hum… esto… nosotros…
No son tan buenos, lo sabéis y lo séVicente apartó la mirada de Nicolás, haciendo un gesto de asco. Son humanos. Vosotros ya no lo sois. Habéis sido elegidos para algo muy grande y aquí estáis, echando a perder absolutamente todo. ¿Tan difícil era mantener a esos dos a buen recaudo?
Vaya, perdone su señoría, lo sentimos muchole dijo Valentín, levantando la voz.
Se hizo un silencio que se cortaba con el filo de los colmillos de Vicente, que se había acercado a Valentín. Éste, al ver los colmillos del vampiro tan cerca de su cuello, se amilanó.
¿Lo sientes? preguntó Vicente. ¡Vaya, lo sientes! se retiró teatralmente y levantó los brazos al cielo, como si elevara sus súplicas al cielo. ¡Valentín lo siente! ¿No es magnífico? ¡Me estás cabreando! y volvió a encararse con Valentín pegando un tremendo puñetazo en la pared y haciendo un boquete.
Valentín no se atrevió a mirarle fijamente a la cara.
Sois un par de inútilesdijo, con desprecio. Si pudiera, escupiría a vuestro lado. Marga y yo hemos estado perdiendo el tiempo en Japón. Allí no hay nada.
Margarita estaba apoyada en la pared, mirando la escena.
Me conmuevesintervino. A esta hora, a saber dónde estarán los tocanarices. Va a tocarnos rastrear y no tengo ninguna gana.
Que no tengas ganas de rastrear no es asunto míodijo Vicente. Si no rastreas tú, rastrearé yo.
Está bien, haz lo que quieras…
¡Por supuesto que lo haré! gritó un enfurecido Vicente. No llevo cuatrocientos años buscando el tesoro para que ahora unos humanos se me estén adelantando siempre. Es humillante. Y para ti también. Y para Serafín también lo sería. Así que rastrea de una vez y más nos vale encontrar dónde están, porque seguro que están siguiendo alguna pista.
Valentín y Nicolás se quedaron quietos como dos estatuas, sin saber si ayudar o no a rastrear a los chicos. Pero salieron de dudas pronto.
En cuanto a vosotros dosVicente se volvió hacia ellos y les señaló con un blanquecino dedo. Vais a la sede de la ADICT y vigiláis que nadie entre ni salga de allí, ni de noche ni de día. Y si tenéis oportunidad de entrar y matarles a todos, mejor.
Ellos asintieron. No se atrevieron siquiera a replicar.
Marga Vicuña salió al portal y escrutó los olores que traía el viento. Necesitó concentrarse, pero al final pudo distinguir lo que buscaba y así se lo dijo a Vicente.
Un avión.
¿Sabes hacia dónde han volado los pájaros?
No. Pero será irrisoriamente fácil enterarse tras hacer una visita al aeropuerto.
Entonces Nicolás sonrió.
A lo mejor es hora de empezar a tirar de contactosdijo, sacando su teléfono móvil del bolsillo. Cuando una organización es poderosa, hay que perseguirles más sutilmente a veces.
Vicente le escrutó atentamente con la mirada.
¿Qué vas a hacer?
Te garantizo, Vicentele dijo Nicolás, marcando, que ADICT tiene los días contados.


El cuartel general de ADICT parecía un funeral. La cara inexpresiva de Natsuki, incapaz de sentir alegría ni por un instante, hacía palidecer hasta la habitual cara de alegría de Lucas y Galindo. Natsuki y Marta estaban en el jardín, sentadas en un banco, a la sombra de la hilera de árbolas que iba desde la valla principal hasta la entrada.
Sergio recorrió el asfaltado camino y se dirigió hacia la samurái, junto con Natalia. Natsuki les miró. Estaba abstraída, pensando en sus cosas, mirando al infinito. No estaba prestando atención a nada. A su lado estaba Marta, también ensimismada, con sus pensamientos.
Vaya empanada que tenéisle soltó Sergio. Despierta, muchacha.
Perdona si no estoy muy risueñale dijo Natsuki, sin apenas escucharle. Pero hasta que no vengue el honor de mi familia no podré sonreír otra vez.
Sergio se encogió de hombros y cogió la mano de Natalia.
Estos japoneses son rarosdijo.
Ya vesle dijo Natalia. Bueno, es otra mentalidad diferente. Para ellos el honor es muy importante.
¿Por qué te sigues torturando? le preguntó. Ya te lo he explicado antes, no es…
Sí es culpa mía, Marta-chan. Nunca debí dejar que viniera sola. Si hubiera estado con ella Mei nunca habría muerto.
Eso no es ciertointervino Sergio.
No tienes la culpadijo Marta, pasando un brazo tras la espalda de Natsuki. No había manera de saber qué iba a pasar. Y los Vicuña eran enemigos muy poderosos. Y lo siguen siendo. Quizá ahora estaríais las dos muertas si hubieras estado en aquel escenario. Cualquiera de nosotros pudimos haber muerto.
La mirada sombría de Natsuki se levantó del suelo para mirar a Marta a los ojos.
Pero debí haber estado con ella. Y ella me dijo que me quedara a proteger la joya sagrada mientras venía a cortar el problema de raíz. Y no lo logró. Y ahora ellos están tras la pista y lo saben todo.
No les dará tiempodijo Sergio. Eso te lo aseguro yo a ti.
¿Cómo puedes estar tan seguro? preguntó Natsuki, torciendo el gesto y mirándole.
Por favor, es Vicenterespondió Sergio, con indiferencia. Su ego acabará perdiéndole. Es un espléndido estratega, un rival peligroso, rápido, letal, asesino, además de un esperpento, claro; pero a pesar de que hayamos frustrado sus planes un par de veces nos subestima demasiado porque sólo somos unos simples humanos y esa es su mayor debilidad. Acabaremos cogiendo la katana antes que él. Confía en Javi y en Laura.
Natsuki no respondió. Marta movió la cabeza y fue junto a Sergio.
A saber lo que pasará por su cabeza. Se tortura demasiado por lo de Mei. Y nadie pudo hacer nada por salvarla.
Silvia se acercó a ellos como una sombra.
¿Sabéis que tengo hambre? ¿Os podéis hacer una idea de lo que es estar tres horas metida en esa sala vigilando las reliquias malditas esas? Y encima estoy aquí, rodeada de humanos por todas partes. ¿Sabes qué se siente al no poder morderos a ninguno?
Pues más o menos es como ir a una barbacoa y no poder comer nada porque estás a régimendijo Sergio, ceñudo.
Silvia gruñó, pero no contestó nada.



15.
Símbolos de Amaterasu.

Tal y como suponía. Van tras la pista.
Si eso es cierto, tenemos un problema.
En mitad de ninguna parte, en una oscura sala con apenas un par de velas en cada esquina y otra en una pequeña mesa de caoba situada en el centro geométrico exacto de la estancia, el licántropo informaba a su líder de los pasos que daba Vicente. Pero el vampiro había pasado a ser el último de sus problemas.
También esos mequetrefes van tras las reliquias, mi señora.
Ellos no me importan dijo la mujer, levantándose de su sillón de oro y mirando al licántropo fijamente. Se dirigió a la mesa y tomó una copa con un líquido espeso y rojo en su interior. Me importa Vicente Vicuña. Él es el mal mayor en este asunto. Siempre ha sido el que me juró venganza por lo ocurrido hace quinientos años.
Debimos haberle matado cuando pudimos.
Sabes que no se habría dejado. Es astuto y calculador. Siempre ha ido un paso por delante de nosotros. Sigamos dejando que los humanos hagan el trabajo.
La mujer tomó un sorbo, dejando la copa delicadamente sobre la mesa. El licántropo retrocedió un par de pasos.
¿Qué ocurre con la guardiana? preguntó.
¿La guardiana? ¿Esa cazadora samurái?
Su secreto pervive con ella a través de las generaciones. La Espada Sagrada de Amaterasu…
Está bien, valedijo la mujer, cansinamente. Encargaos de que encontráis la katana y la ponéis a buen recaudo.
¿Encontrarla?
Eso he dicho, Lowell. Encontrarla. Antes que ellos. En cuanto a la guardiana, sólo cabe hacer una cosa. Matadla.
Así se hará, mi señora.
Lowell hizo una pronunciada reverencia y salió de la estancia.

Los cansados viajeros del vuelo a París arrastraban sus maletas, rumbo al hotel. Al llegar, Javi no dio ni un minuto de tregua. Desplegó el plano de París sobre la cama y cogió el papel con la pista.
Bien, échame una mano, chica guapadijo, sentándose. Laura se sentó junto a él, rodeándole con sus brazos. Javi sonrió.
Así da gusto investigardijo, mirando el mapa.
¿Por dónde empezamos? Porque no tengo ni idea… Laura miró el mapa, viendo un maremágnum de calles y símbolos que indicaban lugares de interés. Javi parecía tener claro por dónde empezar.
Algo que representa a Amaterasu. Un espejo. El sol. Caballos. Una espada. Toda esta es la simbología que representa a la diosa y a juzgar por todo esto, algún antepasado de Natsuki trajo la katana sagrada hasta París y la escondió siguiendo esta pista.

Napoleón nos trajo al corazón de su imperio. Entre Egipto y los tejares nos llevó. Imponente nos observa el gran dios del pasado.
Rectamente te guiaremos a la cuna de la alquimia, donde brillan las estrellas. Allí contemplaréis el símbolo de reyes que os guiará a vuestro destino, al lugar que cambió de nombre.

Entre Egipto y los Tejaresrepitió Laura, centrándose en la primera línea. Si estamos en París es porque era el corazón del Imperio Napoleónico.
Exacto dijo Javi. Debe de haber algún sitio entre Egipto y los tejares en París.
Egipto, vale, ¿pero qué son los tejares? preguntó Laura.
Javi abrió un motor de búsqueda y escribió dos palabras: “tejares” y “París”. Pero el resultado no fue el deseado. Tejares resultó ser un barrio de la ciudad de Salamanca.
Igual no estamos planteando bien estoreflexionó Laura. ¿Cómo dirías tejares en francés?
No lo sédijo Javi, abriendo el traductor. Pero “teja” se escribe “tuile”.
¿Tuile? Laura se extrañó. Pero Javi puso a trabajar su mente a toda velocidad.
Tuile. Tule es teja. No hablamos de teja, sino de tejares, una palabra derivada de teja. Tejar en francés es… tuilerie tradujo con ayuda del ordenador.
¿Y qué tiene que ver eso? preguntó Laura.
Tuilerie se parece mucho a “tullería”. Tal vez se refiera a los Jardines de Tullerías. Son unos inmensos jardines que en línea recta se extienden desde el Louvre hasta la plaza de la Concor…
Se detuvo cuando dijo eso. Laura le miró, apremiante.
¿Qué? ¿Qué pasa?
¿Qué hay en el Louvre? preguntó Javi, volviéndose hacia Laura y mirándola con ojos brillantes.
No sé, ¿la Mona Lisa?
Javi sonrió entre dientes.
Me refiero a un símbolo egipcio.
La pirámide…
¿Y en la plaza de la Concordia?
¿Te refieres al obelisco?
Exacto, el obelisco de Luxor. Una vez más un obelisco se interpone en nuestro camino.
Entonces… ¿entre Egipto y Tullerías?
¿Salimos a dar una vuelta y así inspeccionamos el sitio?preguntó Javi. Laura aceptó. Así que salieron del hotel y se dirigieron de inmediato al Jardín de las Tullerías.

Nicolás había colgado.
Sólo queda esperar.
¿A qué? preguntó Vicente.
A que nos hagan el trabajo.
Bien. ¿Y a quién has llamado?
Tengo contactos muy poderosos. Quien se mete conmigo suele lamentarlo durante bastante tiempo.
¿Y pueden esos contactos tuyos quitar de en medio a esos metomento- dos? Vicente arqueó una ceja, dejando entrever el escepticismo en su rostro.
Hasta donde yo sé, han tenido que ver en muchos acontecimientos a lo largo y ancho del planeta. Acontecimientos muy importantes.
Vicente se le quedó mirando fijamente.
Conozco a esos tipos…
¿En serio? se sorprendió Nicolás.
Claro que sí. Ellos me ayudaron a desarrollar mi virus. Les llaman la Hermandad, ¿verdad?
Nicolás puso cara asustada y asintió.
¿Pero cómo…?
Sabía cuando te vi en Roma que servirías bien a mi causa, amigo míole dijo Vicente entonces, poniendo su mano en el hombro del neófito. Que yo te mordiera no fue casual. Igual que a Valentín. Sólo transformo a aquellos que pueden aportarme algo. Y una vez más mi intuición acertó al buscar un nuevo y fiel seguidor.
Nicolás no supo qué decir. Solamente pensó en que Vicente tenía más contactos y era más poderoso de lo que al principio le había parecido.

Los Jardines de Tullerías se extienden desde la Plaza de la Concordia hasta el Museo del Louvre en una extensa línea recta que también seguía hacia los Campos Elíseos y desembocaba en el Arco del Triunfo. Es, de hecho, uno de los mejores sitios para pasear por París. Aunque en aquel momento Laura y Javi no estaban para pasear ni hacer turismo. Se habían plantado en la Plaza de la Concordia, debajo del Obelisco de Luxor, desde el cual…
Imponente nos observa el gran dios del pasadorecordó Javi. Mira, es el dios Ra. De nuevo, referencias al Sol. Y con las referencias a Ra y al Sol, a Amaterasu. Estoy por pensar que los medjay ayudaron a los samuráis a esconder la katana.
Es increíble, las tres reliquias están interconectadas entre sí con toda esta simbologíacomentó Laura, encarando el inicio de la basta extensión que comenzaba a sus pies e iba hasta el Louvre. Podemos comenzar a caminar.
Sí. DeberíamosJavi miró al frente. Tenemos un rato de paseo hasta atravesar todo esto.


José Antonio trabajaba en su ordenador. Retocaba los códigos de seguridad para mejorar el programa, pero entonces la pantalla se quedó en negro. De no ser por el autoguardado Jose habría perdido todo el trabajo realizado en la última hora y media.
¿Pero qué…?reinició el ordenador, algo desconcertado ante aquel reinicio tan fortuito. Sandra entró en la sala de informática.
¿Problemas? preguntó.
El sistema se ha reiniciado solo. Lo cual me parece muy rarodijo Jose, sin saber qué pasaba.
Será cosa del sistema operativo, tiene la manía de colgarserespondió Sandra, sentándose a su lado. ¿Un día duro?
Ni la mitad de lo que va a ser mañana José Antonio entró en el modo símbolo del sistema y comenzó a ejecutar comandos.
Sandra le miraba, absorta. No conocía ninguno de esos códigos ni lo que hacían, pero Jose Antonio estaba bastante seguro de lo que significaban. A juzgar por lo que pasó luego, Sandra tuvo la sensación de que algo no iba bien.
Mierda. Llama a Sergio.
¿A Sergio?
Sí, llámalo. Que vengan ahora mismo Héctor y Juanjo. Están intentando piratear nuestro servidor. Si lo logran tendrán acceso a todas las claves internas. Quiero que Sergio autorice ya una intervención extraorinaria para hachear a estos tíos, sean quienes sean.
¿Pero… podemos hacer eso?
Tú déjame trabajar José Antonio volvió a teclear. Estos no saben con quién van a meterse.
Sandra salió de la sala de informática. A los cinco minutos Juanjo y Héctor estaban acompañando a José Antonio y Sergio estaba a su lado.
¿Quiénes son? preguntó.
Ni idearespondió Juanjo. Pero yo ya estoy rastreándoles.
Yo voy a ponerles doscientos cortafuegos en mediodijo Héctor. Eso les entretendrá bastante hasta que Jose les pille su localización exacta.
Sergio se sentó, enfurruñado. Por si no tenían ya bastante con todo el asunto de las reliquias, ahora unos tipos intentaban hackear su sistema informático y estaba bastante seguro de saber para quién trabajaban.
Para Vicente, seguro. Esto es cosa suya…

Claro. Míralodijo Javi.
Laura miraba hacia donde estaba señalando su chico.
¿El Arco del Carrusel?
Javi caminó hasta quedarse justo debajo del arco.
Observaapuntó hacia la plaza de la Concordia. Observado por el gran dios del pasado. Ra. Entre el antiguo Egiptoy entonces señaló hacia el Louvre con el otro brazo. Entre Egipto y los Tejares. Es decir, Tullerías.
¿Pero cómo sabes que se refiere exactamente a esto? preguntó Laura.
Piensa en los símbolos de Amaterasu y examina atentamente el arco respondió Javi, simplemente. Laura hizo lo que le decía Javi. En la parte superior del arco vio cuatro caballos. Los señaló, mirando a Javi, que asentía con la cabeza.
¿Qué cosa iba a referirse a Amaterasu sino unos caballos? preguntó Javi. Está clarísimo. ¿Recuerdas cómo seguía la pista?
Sí. Rectamente te guiaremos hasta la cuna de la alquimia, donde brillan las estrellas.
Lo cual es un gran avancedijo Javi, con sarcasmo. ¿Rectamente? ¿Qué narices es rectamente?
Laura observó los caballos. Dos de ellos miraban al frente. Otros dos tenían la mirada desviada hacia la derecha.
¿Habrá que seguir sus miradas?
Eso parece. ¿Pero qué es la cuna de la alquimia? ¿Dónde está?
Javi miró a Laura. Ella le devolvió la mirada. Iban a tener que investigar un poco antes de poder seguir adelante. Un disparo rasgó el aire y pasó rozando el hombro de Javi, haciéndole un arañazo.
¿Pero qué…? exclamó él. Cinco figuras vestidas de negro les rodearon justo delante del Arco del Carrusel. Tres hombres y dos mujeres que les encañonaban con sus armas.
Habéis metido demasiado la narizdijo una de las mujeres, que parecía la líder de aquel grupo. Vicente Vicuña os manda recuerdos.
Javi hizo ademán de llevarse la mano al arma pero el ruido que hizo la pistola que sostenía la mujer en la mano le disuadió. Le había quitado el seguro.
Hazte el héroe ahora y verás dónde acabáis tú y tu novia, detective.
¿Dónde les llevamos, Claire? preguntó uno de los hombres.
Vamos al Refugiorespondió ella. Les encerraremos. Me empezaba a extrañar ya que Vicente no nos hubiera llamado en tanto tiempo.
Claire ató las manos de Javi y de Laura con recias cuerdas y los cinco desconocidos les subieron a un coche que tenían aparcado por allí cerca. Claire y otro tipo subieron. Los otros tres se quedaron abajo.
El arco del carrusel. Desde ahí sale la pistadijo Claire. Encontrad la katana. ¿Cómo va François?
Continúa el hackeo. Pronto tendremos la seguridad del cuartel general de estos mequetrefes bajo controlsonrió uno de los tipos, mirando su teléfono móvil.

José Antonio no le estaba poniendo las cosas nada fáciles a aquel tal Françóis que intentaba derribar los cortafuegos del sistema de seguridad. Con la ayuda de Juanjo y de Héctor el sistema informático de ADICT era prácticamente inexpugnable. Pero aquel tipo era bueno. Y además, tenía recursos, algo con lo que no se podía lidiar fácilmente. Impotente, José Antonio vio cómo los cortafuegos que había puesto Héctor caían uno tras otro. Así que trató de cifrar las contraseñas importantes mientras las defensas caían.
Apagad el servidor general dijo Sergio.
Eso no conseguiría nadarespondió Jose Antonio. Hay que evitar que controlen el sistema y me temo que voy a conseguir poco.
Logró encriptar la clave de acceso a la caja fuerte de la sala de aislamiento con un código suyo propio justo cuando el servidor quedó controlado por aquel tipo.
¡Mierda! exclamó. Está controlando todo.
¿Has salvado algo? preguntó Sergio.
Le costará más encontrar la contraseña de la caja fuerte, la he alojado en un servidor externo a nuestro sistema y para saber cuál es le va a hacer falta un milagro. He borrado el rastro.
La alarma principal se desconectó en ese instante y la puerta principal, la reja que daba a la calle, normalmente automatizada, se abrió sola.
Está abriendo las puertasdijo Héctor, llevándose la mano al cinto y cogiendo su pistola. Sergio, esto no me gusta.
A mí tampoco. Tiradores, al tejado ordenó Sergio. Jose, tú y yo aquí abajo. Avisa a Natalia y a Silvia.
En apenas unos segundos y a voces, ya que la alarma tampoco funcionaba, Sergio organizó el protocolo de emergencia. Corriendo entre las salas donde se hallaban los demás, les avisó con rapidez.
¡Marco, Guille! ¡Arriba! ¡Mónica y Lucas, al primer piso, cubrid el ala este! ¡Rafa, conmigo!
Jose Antonio trataba de recuperar el control mientras Sergio avisaba a los demás. Interceptó la señal que abría la reja exterior durante unos segundos, pero al poco tiempo el servidor cayó. Y la puerta principal fue derribada. Sabiendo lo que se le avecinaban Sergio ya había armado una pequeña barricada con un par de mesas y una estantería. Natalia, Silvia, Kathya y Mikhail esperaban su oportunidad, ocultos. Cuatro hombres de negro entraron disparando al frente sus armas. Mikhail y Kathya fueron los primeros en lanzarse a por los recién llegados, mientras Rafa y Sergio les cubrían disparando al frente. Kathya lanzó a uno de los hombres por la ventana más cercana.
 Sergio disparó contra uno de los hombres, alcanzándole en el cuello con un somnífero y dejándole sin sentido. Desde los laterales, en el primer piso, Lucas, Mónica, Marco y Guille trataban de cubrir a todo el que entraba por la puerta principal. Pero empezaban a ser demasiados. Unos diez hombres más entraron disparando hacia la posición elevada donde vigilaban Lucas y los otros tres. Silvia entonces intervino. Nadie supo de dónde salió, pero como un fantasma se deslizó tras uno de los hombres y le asestó un mordisco en el cuello sin miramientos.
El líder de los asaltantes redistribuyó a sus hombres. Tres de ellos se encararon a Silvia, portando crucifijos y estacas. Silvia gruñó y retrocedió. José Antonio se enfrentaba a otros tres a los que había desarmado. Lucas y Mónica trataban de hacer retroceder a los cinco hombres que subían las escaleras para tratar de alcanzar su posición. Mikhail y Kathya trataron de ayudar a Silvia. Y Sergio y Natalia se enfrentaban al cabecilla, que hacía retroceder a la vampiresa con otro crucifijo.
En ese momento Raquel apareció en la puerta, lanzando sus tentáculos contra los del piso de arriba y emitiendo su poderoso grito ultrasónico, que hizo tambalearse a los cuatro vampiros.
Sergio lanzó una maldición a la vez que daba una patada frontal al cabecilla. Éste la detuvo fácilmente y continuó peleando con el coordinador general de ADICT. Lucas y Mónica trataban de defenderse de los hombres que ya habían logrado subir. En aquel momento los hombres superaban en número a los chicos de ADICT. Cuando todo parecía ya perdido, Marta y Natsuki volvían de su paseo. Marta trató de deslizarse silenciosamente tras la sirena y de un codazo en la espalda la tumbó. El grito ultrasónico cesó y los vampiros trataron de incorporarse de nuevo.
José Antonio había tumbado a sus oponentes; Sergio seguía peleando con el cabecilla, sin que hubiera muestras de que ninguno de los dos llevara ventaja; Lucas, Mónica, Guille y Marco resistían en sus posiciones; Héctor y Juanjo trataban de disparar a quienes se acercaban demasiado.
¡Sergy, cuidado! gritó Marta.
Sergio no había visto que el jefe del grupo había sacado una navaja. Juanjo también se percató de ello. Con un salto tremendo se abalanzó contra Sergio en el momento en el que el jefe iba a clavarle la navaja. Juanjo logró apartar a Sergio a tiempo, pero lo siguiento que notó fue el cuchillo clavándose en su estómago.
Pareció que el tiempo se detuvo en ese instante. La mirada de Sergio, perdida en los ojos de su amigo, que le había apartado a tiempo. Marta y Natsuki, que lo habían visto todo desde la puerta. José Antonio, que apenas podía prestar atención, trataba de desembarazarse de otros dos tipos.
Mikhail, inmóvil en el suelo, con el cuello rodeado por un crucifijo. Kathya y Silvia, arrinconadas por un tipo que portaba una cruz y una estaca de madera. Entonces Natsuki intervino. Desenvainó su espada y se lanzó con gran habilidad a por el líder del grupo. Éste, pillado por la sorpresa, sin saber muy bien qué acababa de pasar, tuvo el tiempo justo de agarrar otra arma y defenderse de las feroces estocadas de la cazavampiros, que no estaba de demasiado buen humor. Sandra había enfundado su arma y ya estaba al lado de Juanjo, tratando de contener la hemorragia. Marta había dejado el sigilio a un lado y había entrado a patadas, apartando de allí a todos cuantos le salían al paso, ayudada por José Antonio, quien había dejado ya a media docena de hombres inconscientes.
Natsuki no tardó mucho en desarmar a aquel tipo, que cayó de rodillas al suelo. Por su parte, una enfurecida Natalia se abalanzó sobre el tipo que arrinconaba a su hermana y a Kathya y le seccionó la carótida de un mordisco. Cuando Silvia miró a su hermana y vio su cara salpicada de sangre, emitió un sonido de satisfacción.
¿Quién eres? preguntó Natsuki al hombre que acababa de desarmar, poniendo la punta de su katana en su cuello.
Vete al diablole respondió él, escupiendo a su lado.
Natsuki hizo ademán de sonreír, pero le golpeó con la empuñadura de la espada en la mejilla.
Respuesta incorrecta.
Encerrémosledijo Sergio, que se había arrodillado al lado de Juanjo. ¿Cómo está? le preguntó a Sandra.
Deberíamos llevarle al hospitalrespondió ella, simplemente. No creo que pueda hacer mucho.
Pues vamos a llevarledijo José Antonio. ¿Alguna baja más?
Kathya se había arrodillado al lado del cuerpo aparentemente inmóvil de Mikhail.
Creo… que sí.
Mikhail tenía puesto el pequeño crucifijo de madera a modo de colgante en el cuello. Un tipo había logrado ponérselo justo cuando Raquel estaba emitiendo su mortal chillido ultrasónico.
¿Pero está… vivo… o lo que sea que estéis? preguntó Rafa.
No lo sérespondió Kathya. Está como catatónico. No responde.
Irene llegó, teléfono móvil en mano.
No sé qué está pasando aquí, pero he llamado a Javi y no lo coge. He llamado a Laura y tampoco lo coge. ¿Qué ha pasado?
No sé quiénes son estos tíosdijo Sergio, pero nos han liado una en un momento justo después de hachear el sistema de seguridad. Tenemos que largarnos.
¿Dónde? preguntó Marta.
Primerodijo Sergio, enfundando sus armas, llevaremos a Juanjo al hospital. Alguien se quedará con él. Luego deberíamos movernos de aquí antes de que vuelvan estos esperpentos. Llamad al comisario Fuentes.
¿Y qué hacemos con Mikhail? preguntó Kathya.
Si nos quedamos aquí volverán y esta vez creo que nos matarán a todos sentenció Sergio. Venían preparados. Saben qué sois. Saben combatiros y a nosotros también han podido plantarnos cara fácilmente. Si Natsuki y Marta no llegan a aparecer por sorpresa…
¿Qué pasa con Javi y Laura? preguntó Irene.
Ya llamarándijo Sergio. Igual no tienen cobertura.
O es posible que les haya pasado algodijo José Antonio.
Sergio le miró.
No has hecho una coña.
Es querespondió Jose me parece que no está el asunto para hacer muchas coñas.
Sergio le dio un golpecito en el hombro.
Por cierto dijo José Antonio. Si alguno de esos tipos ha intentado llegar a la caja fuerte de la sala de aislamiento, se habrá llevado un chasco al intentar abrirla. No han podido obtener la contraseña del servidor. Las reliquias están a salvo.
Sergio sonrió.
Acto seguido, con Marta, evacuó a Juanjo hasta el hospital.

16.
La cuna de la alquimia.

Estamos jodidos.
No me digas…
Sí te digo, Laura. Sí te digo.
Les habían dejado solos en una habitación oscura, sin ventanas, con una puerta acorazada imposible de tirar abajo. Les habían llevado con los ojos tapados, así que no sabían dónde estaban.
Hemos estado en un coche. Avanzando irregularmente a través de la ciudad. No hemos salido de París. Había ruido de tráfico continuamente. Si mi orientación no falla (y no suele hacerlo) estamos cerca de La Defénse. El área más metropolitana de París.
¿Estás seguro de eso?
Casi. Basándome en lo que te acabo de decir y en el tiempo que hemos estado en ese furgón, yo diría que sí. Ahora la pregunta es… ¿cómo nos largamos?
No había manera de salir de allí. Casi costaba respirar. Les habían soltado y no estaban atados. No era necesario inmovilizarles allí dentro. Les habían quitado las armas y los teléfonos móviles. Estaban totalmente incomunicados con el exterior. No sabían que Irene había tratado de ponerse en contacto con ellos para ponerles al tanto de lo que había sucedido. No sabían que Juanjo había resultado herido ni que Mikhail estaba, muy probablemente, muerto. No sabían que habían hackeado el sistema informático para controlar la seguridad y así poder entrar.
Tengo fríomusitó Laura.
Javi se acercó a ella y la abrazó.
Hay una forma de salir de aquí. No sé cuál. Pero la haydijo. Hemos salido de sitios peores y hemos tratado con gentuza de peor calaña que estos aficionados.
No son aficionadosdijo Laura. Parece que les enviaba Vicente. Parece que han estado colaborando con él.
Javi soltó el abrazo y se dirigió a la puerta. La aporreó varias veces con la palma de la mano, insistentemente.
¿Qué quieres? sonó una áspera voz, al otro lado.
Tiene frío. Dadme una manta.
Que se aguanterespondió la voz.
Javi aporreó la puerta de nuevo, impotente. A los pocos segundos oyó pasos y la puerta se abrió. Entró por ella una mujer alta y rubia. Claire.
Deja de aporrear la puerta o será peor para ti.
¿Quiénes sois? preguntó Laura.
Si queréis salir de aquí, descifrad la pista y decidnos dónde ir.
Javi dio dos pasos al frente y se encaró con la mujer rubia. Aparentaba unos treinta años, tenía los ojos verdes y vestía totalmente de negro.
Decidnos quiénes sois y a lo mejor descifro algo.
No estás en disposición de negociardijo la mujer, mirándoles y sonriendo con desdén. Sé que eres de los mejores detectives que hay ahora por aquí y estás buscando lo mismo que estoy buscando yo. Así que dime lo que quiero saber para que pueda contárselo a Vicente.
¿Por qué Vicente no va él solo como ha estado yendo hasta ahora? preguntó Javi, escupiendo las palabras.
Vicente nunca ha estado solo. Nosotros estábamos siempre en las sombras, organizando todo.
¿Organizando? se extrañó Laura.
Nosotros nos pusimos en contacto con los narcos que traficaban con sangre en Cartagena. Nosotros infiltramos a los peones de los Vicuña en residencias universitarias, falsificando sus identidades para que cuando comprobaran sus edades no pudieran encontrar que habían pasado veinte años. Nosotros cambiamos a conveniencia los hechos para que courran como queremos. Nosotros elaboramos el virus ponzoñoso. Nosotros movemos el mundo en la sombra y vosotros no sois nadie para detenernos. Y nos habéis causado muchos problemas desde que metisteis la nariz en la residencia universitaria, luego secuestrando a Peñaranda y destruyendo el virus. Sí. Las tres órdenes ancestrales han jugado bien su papel, pero siempre hemos estado detrás. Cada vez un poco más cerca. Nunca habíamos estado tan cerca. Si no estuvierais en medio, malditos entrometidos…
Sí, eso es algo que nos suelen decir con bastante frecuenciasonrió Javi, burlonamente.
La mujer le dio una sonora bofetada. Javi ni se quejó. Simplemente bajó la cara y la miró de reojo, con furia.
Os permitimos vivir porque sé que sabéis llegar hasta la Katana de Amaterasu. De las otras dos reliquias ya nos estamos ocupando.
Ocúpate de esto también Javi dio un salto y de una patada envió a Claire contra la pared. Ésta se golpeó de espaldas contra el muro de hormigón y cayó al suelo.
Ahora, Lauraexclamó Javi, y corrió hacia la puerta. Pero entonces notó un agudo dolor en las piernas. Claire se había incorporado y había sacado una thaser, que estaba disparando contra Javi.
¿Dónde crees que vas?
Javi no podía mover las piernas, pero aun así intentó algo. Laura saltó entonces sobre Claire, tratando de derribarla, pero ella la rechazó con un ágil movimiento. Laura cayó al suelo, amortiguando la caída. Las piernas de Javi quedaron liberadas momentáneamente. Trató de lanzar una patada circular a la mano en la que Claire sostenía la thaser, pero ésta pudo esquivar la pierna y apoyó la pistola eléctrica en el hombro de Javi, haciendo que éste se retorciera de dolor y cayera de rodillas al suelo.
Tenéis veinticuatro horas para decirme dónde empezar a buscar la katana de Amaterasu o vendré y me ocuparé personalmente de que no tengáis un entierro digno.
Claire retiró la pistola del hombro de Javi y éste cayó al suelo, retorciéndose de dolor. Laura corrió junto a él mientras la rubia salía por la puerta.
¿Estás bien? preguntó.
Bien jodido…musitó Javi, intentando levantarse. Como te dije antes que estábamos ya. Sin novedad.
¿Alguna idea?
Esa desgraciada es buena. Vamos a necesitar algo de suerte para salir de aquí.
¿Y qué hacemos?
Javi respondió lenta y gravemente.
Tranquila. La próxima vez no va a pillarme de sorpresa. Saldremos de aquí.


Vicente Vicuña sonreía al enterarse de las noticias. La Hermandad estaba causando estragos. Todos los estragos que la guardia de los Vicuña había causado a los metomentodos elevados al cuadrado, pensó él. Ellos también habían puesto a los chicos en aprietos, pero habían logrado salir indemnes. Javi y Marta habían logrado escapar de las garras de Serafín hacía un tiempo. Los chicos habían salido sanos y salvos de la encerrona de los Voronkov. Del asalto de Indhira al cuartel general. De su propio cuartel general sitiado cuando secuestraron al presidente del gobierno para frustrar su asesinato. Había pedido expresamente a Claire que no interviniera directamente. Que su organización se quedara en las sombras. Que ellos podían con aquello. Pero los acontecimientos habían ido sucediéndose. Habían frustrado su plan de crear un ejército y habían logrado destruir el virus y a la guardia de los Vicuña. También habían acabado con Serafín y con Blanca. Le quedaba un poco del virus. Y en Roma había usado su instinto para convertir a dos personas más. Una de ellas pertenecía a la organización de Claire. El ahora llamado Nicolás Vicuña. Aparentemente el líder de una banda de matones. Pero Vicente sabía que había algo más que eso tras él. No se había equivocado. Puede que Nicolás como neófito hubiera demostrado muy poco hasta el momento, ya que Juanjo y Marta se le habían escapado tanto a él como al otro neófito, Valentín. Después de aquello, estaba claro. La estirpe Vicuña se había acabado. Sólo quedaban él y Marga. Había que llamar a sus colaboradores en la sombra. A aquel grupo. La Hermandad.
Y Vicente Vicuña sonreía al saber lo que estaba ocurriendo. Tenían dos prisioneros valiosos. Javi y Laura. Pero la sonrisa de Vicente Vicuña no era completa. Él también había tenido a los dos chicos a su merced en la mina y se le habían escapado a pesar de que les sepultó en una de las cámaras subterráneas. Konstantin Voronkov también había tenido a los metomentodos a su merced y acabó pidiendo la hora. Y ahora en el último ataque que habían realizado al cuartel general de ADICT, no habían logrado las reliquias que guardaban. Por eso, actuó con cautela.
Nicolás, ve con Claire. Están en Parísle dijo Vicente a su neófito. Llévate a Valentín. Marga, ¿te ocuparás de que todo vaya bien?
Vicente, ahora todo va bien. Iré con ellos. ¿Qué harás?
Voy a hacer una visita a los metomentodosdijo Vicente. Quién iba a decirme que los últimos tres años iban a parecerme una eternidad por culpa suya…
Estamos en el buen camino, Vicentedijo Marga. Claire no es alguien con quien ninguno de nuestra familia se habría metido, excepto tal vez tú o Serafín. Esos imbéciles no tienen nada que hacer contra ella.
¡Deja ya de subestimarles! gritó Vicente, encolerizándose en cuestión de décimas de segundo, encarándose con Marga. ¡Ese es el problema! ¡Son sólo unos humanos, esos son sólo unos niñatos metomentodos! ¡Pero tenemos al maldito detective Gómez, sus artes marciales, sus armas y sus deducciones, tenemos a su novia la tiradora que no se le queda atrás, tenemos a ese Sergio coordinando operativos y sacudiendo estopa, a ese pedazo de bestia de José Antonio experto en obtener datos ajenos! ¡Y a esa Marta! ¡Y algunos de ellos tienen serrín en la cabeza, como ese tal Galindo, o ese tal Lucas, pero a mí me da igual! Se acabó el subestimarles. Si Claire les tiene encerrados me parece muy bien bajó el tono de voz y habló aterciopeladamente al oído de Marga, pero que no baje la guardia. Seguro que Javier y Laura tienen un as en la manga. Porque siempre… lo tienen bajó la voz aún más y depositó un suave beso en la sien de Marga, que llegó levemente a estremecerse. ¿Lo entiendes, querida?
S… sí…balbuceó Margarita, que habría temblado si hubiera podido.
¿Sabes por qué queríamos transformarles en un primer momento?
Creo… que sí…
¿Y sabes que con esos dos lo logramos y fue un fiasco?
Ta… también…
Vicente la miró con sus ojos inyectados en sangre directamente a los suyos.
Entonces comprenderás que no queda más remedio que acabar con ellos antes de que escapen, ¿verdad?
Marga asintió, somtiéndose a las palabras de Vicente como un cachorrillo indefenso. Nicolás y Valentín se estremecieron al ver la escena.
Iddijo Vicente. Cuento con vosotros.


¿Te encuentras bien?
Laura se acercó a Javi, preocupada. Éste estaba sentado en el suelo, cavilando.
Nodijo, solamente. Hay que salir de aquí. Llevamos horas encerrados. Esa tipeja… ¿Quién es? ¿Qué tiene que ver en esto? ¿Nos hemos metido en algo todavía más gordo de lo que imaginábamos?
Laura no supo qué decir. El mero hecho de pensar que por encima de los Vicuña había algo más que movía los hilos y que era todavía peor que ellos era sencillamente aterrador. Aquella rubia era una amenaza, fuera quien fuese. Tenía acento francés. Y parecía liderar a aquellos que les habían encerrado allí.
Javi aguzó el oído. Él y Laura oyeron pasos que se acercaban hasta la infranqueable puerta.
Ahora o nunca. Lauri, es la oportunidad.
La puerta se abrió. Claire. Llevaba un plato pequeño con un par de hogazas de pan duro y una jarra de agua.
La cena.
Muy consideradagruñó Javi.
Y sin mediar palabra se lanzó contra Claire. Ésta reaccionó y desefundó la thaser, disparando a Javi, haciendo que cayera al suelo antes de que pudiera siquiera tocarla. Entonces Laura, aprovechando aquello, embistió a la rubia, tirándola de espaldas al suelo. La thaser de Claire saltó por los aires, así como la bandeja, y fue a parar cerca de Javi, quien la cogió y la partió en dos. Claire trató de librarse de Laura, que la tenía aprisionada. Pero no pudo hacer nada. Trató de gritar pidiendo ayuda, pero el puño de Javi descargó sobre su cara.
Y me da igual que seas una mujer y que me llamen machista dijo, con furia, y cogió la thaser de la rubia. Larguémonos, Lauri.
Ella asintió. Cacheó a Claire por si llevaba algo encima que les pudiera servir, pero no encontró nada. Salieron de la celda, encontrándose de frente con un hombre armado al que no dieron tiempo a reaccionar. Javi saltó sobre él con un pie por delante y le mandó al suelo. Acto seguido, le quitó la pistola y se la dio a Laura.
Te hará más falta que a míle dijo.
Caminaron por el pasillo, a sabiendas de que no tardarían mucho en dar la voz de alarma.
¿Dónde han puesto nuestras cosas? Necesito mi móvil dijo Javi, sin dejar de caminar. El pasillo desembocaba en una sala de la que partían unas escaleras ascendentes. En mitad de la sala había una mesa de cristal, varias sillas y un par de maceteros. Tampoco había ventanas. Javi cogió un cenicero de encima de la mesa.
Por si acaso. Una cosa en cada manodijo.
Laura movió la cabeza.
Eres un caso.
El caso es que hay que salir de aquíseñaló con la cabeza una cámara que estaba captando sus imágenes.
Un ruido se oyó, proveniente del pasillo. Los chicos vieron aparecer un pequeño armatoste metálico con una cámara.
¡Un dron! exclamó Javi.
Laura apuntó y disparó al robot y luego a la cámara de seguridad.
¿Cómo vamos a salir sin que nos pillen? No sabemos ni siquiera dónde está la salidadijo Laura, agobiada.
Ni yo. Pero la salida pasa por subir esas escaleras, seguro señaló. Se dirigieron hacia ellas, aguzando el oído por si venía alguien. Las escaleras desembocaban en un rellano de la planta baja. Aquello parecía una gran oficina, sólo que estaba vacía. En cuanto subieron y pisaron la planta, un pitido ensordecedor resonó en todo el edificio.
Saben dónde estamosdijo Javi. Miró a su alrededor, buscando alguna ventana, pero estaban todas enrejadas. No podían salir a la calle por allí.
Dos agentes aparecieron por el pasillo más cercano, tratando de detener a Javi y a Laura. Pero los chicos de ADICT no tuvieron miramientos. Laura disparó contra uno de ellos antes de que pudiera siquiera apuntar el rifle que llevaba, y Javi le lanzó el cenicero al otro, saltándole el casco. El cenicero saltó por los aires y el hombre quedó aturdido el tiempo justo como para recibir una patada en el pecho que le propinó Javi. Lo siguiente que hizo fue quitarle el rifle.
Esto es mejor que un cenicerodijo, amartillándolo y preparándolo para disparar. ¿Sabes usar este chisme?
Estás hablando conmigo Laura sonrió siniestramente. ¿Quieres que lo lleve yo?
Seguro que puedes sacarle más partido que yo dijo Javi, mientras le alcanzaba el arma. Laura le dio su pistola.
Por el pasillo por el que venían señaló Javi. Laura asintió. Se dirigieron al pasillo, cuyas salidas eran varias puertas laterales que daban a algunas salas de control y más oficinas y, al final, otro gran rellano. Cuatro tipos armados entraron al pasillo con sus armas por delante. No pensaban dar más oportunidades a aquellos dos detectives. Cuando se disponían a apuntar y disparar, Laura abrió una de las puertas del pasillo y, primero ella y luego Javi, se introdujeron en la estancia, oyendo cómo disparaban los hombres.
¡Se ha metido aquí! oyeron que gritaban. ¡Tirad la puerta abajo y cogedles!
Javi observó la habitación. Era un despacho, parecido a los que tenían en la sede de ADICT. Los hombres comenzaron a golpear la puerta, intentando tirarla.
¿Qué hacemos, Javi?
Laura estaba agobiada. Aquella situación era difícil y ella no se había visto así tantas veces como Javi, quien permanecía tranquilo, tratando de mover una estantería frente a la puerta.
Esto les entretendrá dijo una vez que la hubo puesto. Los golpes en la puerta continuaban.
¿Y por esta ventana? preguntó Laura.
Javi miró la ventana. Tenía una reja, lo cual la hacía impenetrable.
¿Cómo está fijada la reja? ¿Tiene el marco directamente atornillado a la pared?
Laura echó un vistazo y asintió. Javi se acercó y apuntó a los tornillos con la pistola.
Puede que esto funcione.
Disparó, haciendo saltar el tornillo. Repitió la misma acción con los demás tornillos hasta que la reja cayó. Los hombres seguían empujando violentamente y estaban a punto de derribar la estantería que bloqueaba el paso.
Vamos, salgamos.
Un salto de dos metros y medio les separaba del suelo. Javi se descolgó por la ventana, agarrándose al alféizar con las manos y dejándose caer, minimizando así el salto. Laura le imitó. La estantería cayó y los agentes pasaron al despacho, pero ya era tarde. Javi y Laura había huido del lugar.

¿Cómo está?
Natalia se acercó a Kathya, que aún se inclinaba sobre el exánime cuerpo de Mikhail. Kathya negó con la cabeza.
Natalia no contuvo el impulso de abrazar a Kathya, cuyo rostro estaba desfigurado.
Llevábamos ciento cincuenta años juntos. Le salvé la vidadijo Kathya. Un día le atracaron en la calle, le dispararon y yo le encontré tirado en la acera, moribundo. Yekaterina y Konstantin habían dado órdenes al resto de la guardia para reclutar a todas las personas que pudiéramos sin llamar la atención. Transformé a Mikhail. Cuando despertó de su letargo y abrió los ojos a su nueva vida yo estuve a su lado, enseñándole a controlar sus nuevas habilidades. Siempre lo hicimos todo juntos. Y ahora él está…
Si Kathya hubiera podido llorar lo habría hecho. Natalia se sentó en el suelo y se apoyó contra la pared.
Cada vez que pienso en que los Voronkov iban a traicionar a los Vicuña y Silvia, mis primos y yo lo impedimos…
No podías saber nada del fin último de los Vicuña sobre el Vampiro Cerodijo Kathya.
Sergio se acercó.
Kathya, si hay algo que podamos hacer…
Ya habéis hecho bastanterespondió ella. Además, estoy percibiendo que los chuchos están al llegar.
¿Los chuchos? preguntó Sergio, extrañado, pero en un par de segundos comprendió. Ah, los licántropos. ¿Vienen?
Vienen a reclamar lo que es suyo. Deberíamos sacar el Lignum Crucis y el Disco Solar de aquí y llevarlo a un sitio más seguro.
No hay sitio más seguro que estedijo Sergio.
Ahora que ellos conocen este lugar, no es seguro.
Lo defenderemosrespondió Sergio. No podemos dejar que se lleven las reliquias.
¿Y si les dejamos que se las lleven, que las custodien ellos en su asquerosa pirámide y que le den al Mal Más Antiguo y a Vicente y a sus estúpidos satélites? preguntó Silvia, desde la esquina opuesta, con desdén. ¡Esta no es nuestra pelea!
Si hay un Mal Más Antiguo ahí fuera, deberíamos hacer lo posible por erradicarlorespondió Sergio.
¡Erradicarlo! ¡De eso ya se están encargando los Vicuña desde antes de que el cerdo de Julián me pegara el mordisco! exclamó Silvia. Mira, Sergio, si no estuviéramos en medio, ese pútrido vampiro cero y Vicente estarían enfrascados en una guerra.
Y a saber quién más moriríareplicó Sergio. Si estamos aquí en medio es por algo.
¡Si estamos aquí en medioexclamó Silvia es debido a un pacto de no agresión con traficantes de órganos ordenado por Serafín para no levantar sospechas a cambio de que nos suministraran la sangre necesaria para sobrevivir! Un pacto que vosotros descubristeis de casualidad.
Nosotros estábamos siguiendo a los traficantes, no sabíamos que Julián, tú o el líder del aquelarre estabais en medio.
Y lo que aún no sabesdijo Silvia, enigmáticamente.
Sergio le lanzó una mirada cargada de ironía y desesperación mientras se atusaba el flequillo.
A ver. ¿Qué es lo que no sé?
No es que yo sepa mucho, pero por lo que sé, Serafín pertenece a algún tipo de sociedad secreta.
¿En serio? preguntó Sergio, escéptico.
No lo consideré importante, puesto que jamás les habían llamado para nada. Con su estructura, su guardia, sus peones y sus neófitos, no les había hecho falta para nada. Pero hace un rato Vicente se ha puesto en contacto con ellos. Lo he visto.
¿Y qué más has visto, hermana? quiso saber Natalia.
No es muy esperanzador. Laura y Javi huyen por las calles de París de los matones de esa organización.

Claire despertaba del golpe propinado por Javi. Sus prisioneros, incomprensiblemente, no estaban.
Maldita sea, si el Magistrado se entera de esto…
Claire salió de la celda y se dirigió hacia el lugar donde sus hombres estaban. Éstos trataban de tirar abajo una puerta tras la cual se habían metido Laura y Javi. Cuando lograron entrar, apartando una pesada estantería con la que los chicos habían atrancado la puerta, ya no estaban. La orden de Claire había sido tajante.
Que les sigan y les encuentren. No podemos arriesgarnos a que encuentren la reliquia y se escapen con ella.
Claireun hombre llegó junto a la rubia y simplemente le dirigió unas breves palabras, esto tiene que solucionarse. Déjame hacer a mí.
Lacroix… Señor…
El Magistrado me ha autorizado a mover algunos hilos. Enseguida esos dos mequetrefes serán meros títeres perseguidos por el sistema.
Claire asintió.

París era muy grande. Y Javi y Laura pensaban que habían podido escapar indemnes.
¿Qué hacemos? ¿Dónde vamos? preguntó Laura.
Ni idea.
¿Volvemos al arco?
Seguramente será el último sitio en el que esperan vernos. Vamos allá.
Javi cogió su móvil y envió un mensaje. Acto seguido, echaron a correr por la calle, dirigiéndose desde su posición, en La Defénse, hasta el Arco del Carrusel.
Esperaban ver a alguno de aquellos tipos persiguiéndoles, pero no pasó nada. Nadie les seguía. Llegaron sin sobresaltos al cabo de casi una hora de caminata al Arco del Carrusel. Javi observó los caballos.
¿Por qué no miran al frente todos? preguntó, observando los animales que desviaban su mirada. ¿Por qué esa asimetría?
El hotel está cerca de aquídijo Laura. Deberíamos ir.
Vamosasintió Javi.
En apenas cinco minutos habían llegado.
Chambre cent quinze, s’il vous plaît pidió Javi.
El recepcionista les miró como si hubiera visto en marciano.
Qui êtes-vous vraiment?
Y sin mediar palabra pulsó el botón de alarma. Dos guardias de seguridad aparecieron por la puerta del fondo de la estancia y apuntaron a Javi y a Laura con sendas armas.
¿Pero qué es esto? protestó Javi.
La police recherche pour vous, criminel exclamó el guardia de seguridad.
¿Qué dicen? preguntó Laura, desconcertada.
Nos pregunta quiénes somos de verdad. Ah, y que nos busca la policíarespondió Javi, aún más desconcertado. ¿Qué está pasando?
El recepcionista contestó en español.
Han pasado una orden de búsqueda y captura para que sea difundida por todos los medios. Sois vosotros señaló la pantalla de la televisión, en la que se estaban emitiendo las noticias. En la pantalla de la televisión aparecieron dos fotografías, una de Javi y otra de Laura, y se les calificaba como asesinos a escala muy peligrosos.
¿Pero qué cojones…? bramó Javi, sin entender absolutamente nada.
¿Qué hacemos? preguntó Laura.
Sencillo, esperamos a que llegue la policía, les explicamos lo que pasa y quiénes somos de verdad y que investiguen quién ha filtrado ese bulo en los medios de comunicaciónrespondió Javi. Eso es mentira, es falso. Somos detectives puso su carné de ADICT encima del mostrador del recepcionista, al lado de su DNI.
O quizá os hacéis pasar por detectivesdijo el recepcionista, que no se fiaba ni un pelo de los chicos.
Javi, hay que salir de aquí. Si nos coge la policía Vicente se nos adelantará y adiós reliquia dijo Laura en un susurro.
¿Tú crees? preguntó Javi.
¡Callaos! exclamó el recepcionista. Poneos de rodillas o les digo a los chicos que os disparen.
De improviso el cristal que daba a la calle se hizo pedazos y un estallido de viento surcó el aire, derribando a los guardias de seguridad.
Otra vez en líos, ¿eh?
Siempre tan oportuna, Estherdijo Javi, dando gracias al cielo por la repentina aparición de su amiga. Dejando con un palmo de narices al recepcionista, se fueron de inmediato del hotel, al que ya no podrían regresar.

Javi, Laura y Esther caminaron hacia el Arco del Carrusel.
No me llamaste para que os salvara el pellejo, ¿verdad? preguntó Esther, observando a Javi, cuyos ojos no se movían de los caballos.
Los caballos, símbolo de Amaterasu, la diosa del sol, apuntan rectamente a la cuna de la alquimia.
Será por sitios donde se practicaba la alquimia…respondió Esther. Podríamos empezar a revisar sitios y no parar.
Pero los caballos miran a ese sitio. La pregunta es dónde están mirandodijo Javi, y sus ojos se posaron en los de Esther.
Esther miró los caballos y Laura sacó el mapa de París. Los caballos miraban en dos direcciones diferentes. Una pareja de ellos miraba al frente. Los otros desviaban su vista hacia la derecha de los anteriores. Laura trazó una línea que se desviaba de la línea recta que unía Arco del Triunfo, Concordia, Tullerías y el Louvre en detrimento de la línea de los otros dos caballos.
La cuna de la alquimia…murmuró Esther, mirando la línea y el sitio concreto por donde había pasado sobre el plano.
¿Dónde? preguntó Laura.
La Sainte Chapelle es la cuna de la alquimiadijo Esther. Había un afamado alquimista, Fulcanelli era su nombre. La alquimia está muy estrechamente relacionada con París. Fulcanelli dedicó su vida a investigar los misterios de Notre Dame. En la Isla de la Ciudad está Notre Dame, pero en el otro extremo se sitúa la Sainte Chapelle, que guardaba las Reliquias de la Pasión de Cristo. Sus vitrales fueron realizados mediante procesos alquímicos. El favorito de Fulcanelli era La matanza de los inocentes.
Eres un geniodijo Javi. No conozco a nadie que sepa más de alquimia que tú, de verdad.
Los lugares relacionados con la alquimia en París son muchosdijo Esther. Desde Notre Dame hasta la tumba de Nicolás Flamel, en Cluny. Sin la mirada de los caballos poco habría que hacer.


17.
Símbolo de reyes.

La Sainte Chapelle es una de las más famosas iglesias góticas. Construida antes de acabar la primera mitad del siglo XIII para albergar las reliquias de la Pasión de Cristo (un trozo de la Santa Cruz y el casco de espinas), sufrió numerosos destrozos durante el período revolucionario. Las vidrieras lograron mantenerse a salvo de los destrozos. El santuario está compuesto por dos plantas: la superior, a la que accedían el Rey y sus acólitos, sirvió para guardar las reliquias; la inferior era menos luminosa y algo más discreta y servía para el culto del personal de palacio.
Las quince suntuosas vidrieras de la planta superior narran la historia de la Bilbia, desde el Génesis hasta la Resurrección de Cristo.
Por contraparte, la capilla inferior es mucho más modesta y está presidida por una estatua de la Virgen. Su decoración alterna colores rojos y azulados, dándole así un toque medieval. En el ábside izquierdo se conserva el mural más antiguo de París, que representa la Anunciación.
Javi, Laura y Esther tardaron poco más de un cuarto de hora en llegar, a pie. Con una orden de búsqueda y captura contra ellos por no se sabía qué, no quisieron correr riesgos de que nadie les reconociera.
¿Cómo vamos a entrar? La seguridad en ese sitio no es ninguna bromadijo Laura.
Nos colaremosdijo Esther. Yo distraigo a los de seguridad. Les diré que perdí algo cuando estuve visitando la capilla hace una semana. Luego vosotros entráis y buscáis. Y después me reúno con vosotros.
Javi asintió.
Llegaron a la entrada de la Sainte Chapelle. Había que pasar un control de seguridad para acceder al monumento y una cola de gente inmensa. Javi y Laura se quedaron agazapados en la entrada; seguro que los dos tipos que vigilaban los accesos ya tenían noticia de que habían emitido aquella orden contra ellos. Vieron cómo Esther sorteó la cola sin un mínimo de consideración hacia las personas que estaban allí, que, viendo aquello protestaban, y se acercó a los dos guardias y les soltó un par de frases en francés. Los guardias se pusieron a cuchichear entre sí y la dejaron entrar. Acto seguido uno de ellos la acompañó hacia el interior y el otro se quedó vigilando el acceso. El plan no le había salido a Esther tan bien como lo había pensado. De todas formas, burlar a un guardia era más fácil que burlar a dos. Y Laura no estaba por la labor de esperar mucho más. Desenfundó su pistola de somníferos, que había recuperado en el despacho por el que habían escapado de Claire y aquellos hombres, y apuntó bien al cuello del guardia. De un certero disparo que no se desvió ni un milímetro de su objetivo, acertó en la arteria carótida. El guardia cayó desplomado al suelo. La reacción en la gente al ver que el guardia caía al suelo sin sentido fue la que cabía esperar: cundió el pánico y la avalancha hacia la salida fue inminente.
Préstame tu punteríale dijo Javi a Laura.
Ésta sonrió y entró por la puerta principal sorteando a la marabunta de gente que trataba de salir. Javi la siguió, esquivando también a las personas que salían corriendo.
Esto de colarnos aquí por la cara no va a beneficiarnos mucho. En media hora vamos a tener aquí a toda la policía de Parísdijo Javi. Mejor démonos prisa.
Se dirigieron a la planta baja de la Sainte Chapelle tras pasar por el torniquete de seguridad, y entraron en ella. Javi ya había estado allí hacía años, en su visita a París en el viaje de estudios. Esther le había acompañado. Durante su anterior visita no habían podido imaginar que aquel lugar escondiera el secreto para encontrar una reliquia de tales proporciones como la Katana de Amaterasu. Laura señaló al techo.
La cuna de la alquimia donde brillan las estrellasdijo.
Javi dejó que su vista se elevara para contemplar el techo estrellado de la Sainte Chapelle. El techo azul oscuro y abovedado, con infinidad de lo que parecían estrellas doradas mirándoles desde él, era soportado por una infinidad de cortas columnas que proporcionaban esbeltez y ligereza a la estancia. Esther les esperaba más adelante. El guardia de seguridad ya no estaba con ella.
¿Qué has hecho con…?preguntó Javi.
Se ha ido en cuanto ha oído a la gente gritar. ¿Qué habéis hecho vosotros?
Disparar al otro guardia. Una memez digna de Lucas, pero no había forma humana de pasar sin que nos vierarespondió Laura. ¿Qué hay aquí?
Aquí está el signo de reyes y traidores que nos guiará a nuestro destinodijo Javi, observando las paredes, el techo, las vidrieras que dejaban pasar la luz y las columnas. Se detuvo cuando las vio.
Laura, ¿qué ves en las columnas?
Laura las miró atentamente y respondió:
Son de diferentes colores. Azules y rojas.
Las azules. Mira las azules insistió Javi, acercándose a una columna de aquel color.
Laura y Esther se acercaron y miraron lo que decía Javi.
¿Flores de lis? preguntó Laura.
El símbolo de la realeza francesadijo Javi. La flor de lis es el símbolo de reyes del que habla la pista. Es el símbolo de los traidores como Milady de Winter, según la obra más famosa de Alejandro Dumas, y el símbolo utilizado por los masones. Era también el símbolo utilizado en la Rosa de los Vientos y mapas antiguos para señalar al Norte. El símbolo, y agarraos bien, de los caballeros templarios. Señoritas, la flor de lis relaciona esta búsqueda con la búsqueda del Lignum Crucis en este sitio donde se guardaban las reliquias de la Pasión de Cristo.
Laura y Esther quedaron sin habla.
La flor de lis nos indica el camino… ¿Cómo? alcanzó a preguntar Laura unos segundos después.
¿No has dicho que servía para indicar el Norte en las leyendas de mapas? preguntó Esther entonces.
Javi asintió. Miró de nuevo a la columna y al techo. Esta vez se fijó más que la anterior y se dio cuenta del detalle. Lo que de lejos parecían estrellas brillando eran flores de lis.
No tengo ni ideadijo. Puede sigificar el norte. Pero puede significar otra cosa repitió mentalmente la pista que habían encontrado en Roma.

Napoleón nos trajo al corazón de su imperio. Entre Egipto y los tejares nos llevó. Imponente nos observa el gran dios del pasado.
Rectamente te guiaremos a la cuna de la alquimia, donde brillan las estrellas. Allí contemplaréis el símbolo de reyes que os guiará a vuestro destino, al lugar que cambió de nombre.

¿Para qué íbamos a venir aquí si no es para que la flor de lis nos lleve hacia el norte de este sitio? preguntó Esther. Piensa que la flor de lis es el símbolo de reyes, eso ya podíamos deducirlo sin venir aquí. Lo que ocurre es que en esta ciudad hay montones de referencias a la alquimia y a la flor de lis. Si estamos aquí es por los símbolos que apuntan a Amaterasu, Javi.
Ciertorecordó Javi, cuya mente se había puesto a trabajar a toda velocidad. Entonces al norte tiene que haber algo relacionado con Amaterasu. Algún símbolo. Espejos, sol, caballos, lo que sea…
La flor de lis, la realeza…dijo Laura. Tengo una idea. La galería de los espejos, del palacio de Versalles.
No está hacia el norte, está hacia el oesterespondió Javi. Yo descartaría ese sitio.
¿Qué mayor símbolo de realeza francesa que el Palacios de Versalles? continuó Laura. Estamos aquí para ver un símbolo de la realeza que es una flor de lis. Un símbolo de la realeza que nos debe guiar a nuestro destino. Un destino en el que los símbolos de Amaterasu deberían aparecer, igual que los de Minerva aparecieron en Roma, referido a Isis. Estoy segura de que el símbolo de reyes es ese. Por amor de Dios, Luis XIV vivía en París, entre Egipto y los tejares. En el palacio real. Luego continuó la obra de Luis XIII en versalles.
Laura…trató de interrumpir Javi, pero ella no le dejó hablar.
¡Además, él era el rey sol! Los símbolos del sol se repiten por todo Versalles. ¡Allí hay caballos que él puso! ¡Los caballos del Sol! ¡Hay una galería de los espejos, eso representa el poder del monarca! ¡Confía en mí, sé todo sobre este tema!
Reconozco que en cuanto a Inglaterra y Francia eres un hacha, Laura, pero ahora antes de mover un solo músculo deberíamos largarnos de aquí antes de que sea tarde Javi señaló escuetamente hacia fuera de la capilla, donde se empezaban a oír, lejanas, las sirenas de policía. Menos mal que estos idiotas jamás aprenderán a acercarse a los sitios sin las sirenas puestas. Larguémonos.
Los tres se dirigieron a la salida, donde el guardia con el que había entrado Esther les esperaba. Sin mediar palabra Laura le disparó antes de que el guardia pudiera reaccionar. La capilla había sido cerrada al público por el incidente ocurrido, y Javi, Laura y Esther salieron de allí cuando las sirenas de policía comenzaban a oírse ya muy próximas al lugar.
Para cuando los primeros coches comenzaron a llegar, Javi, Laura y Esther estaban ya alejados de la Sainte Chapelle, dirigiéndose a su siguiente destino.
¿Cómo vamos a llegar a Versalles? preguntó Laura. No podemos usar ningún medio de transporte, nos reconocerían.
Versalles, Laura, no cambió de nombreapuntó entonces Javi.
Eso es cierto soltó Esther.
¿Entonces qué sugerís¿
No podemos quedarnos aquí esperando a que nos cojanterció Javi. O nos movemos o nos pillan. Tenemos que tener en cuenta la idea de Versalles, pero también la idea de trazar una línea hacia el norte partiendo desde la Sainte Chapelle y ver qué hay. La flor de lis simboliza realeza, pero también el norte, y me reulta absurdo pensar que hayamos tenido que venir hasta aquí pudiendo haber deducido que el símbolo de reyes era la flor de lis con tan sólo leer la pista. Si ésta hubiera sido “el símbolo del poder de los reyes y Amaterasu os guiarán” tal vez se hubiera referido a Versalles, teniendo todo eso que me has dicho, pero la pista nos ha enviado expresamente aquí.
Laura suspiró.
Puede ser, pero ¿cómo vamos a descartar nada?
¿Sabéis lo peligroso que puede resultar colarse en el Palacio de Versalles con toda la policía detrás de nosotros? preguntó Esther.
Claro que lo sé. ¿Laura…?Javi la miró inquisitivamente. Ella volvió a suspirar de nuevo.
Es que lo veía tan claro… Pero lo de “el lugar que cambió de nombre” no…
A lo mejor ninguno de nosotros lleva razón y no es hacia el norte. Tal vez tengamos que investigar más a fondo los significados de la flor de lis para inspeccionar todos los posibles lugares en París relacionados con ella y que cambiaron de nombre a los que haga referencia.
Busquemos hacia el norte algo que se refiera al poder, al honor y a la realezasugirió Esther.
Javi estaba colgado del teléfono móvil, llamando a Sergio. Éste había contestado y ya había recibido las instrucciones. Trazar la línea al norte desde la Sainte Chapelle y buscar algo sobre ella.
Así que la cuna de la alquimia es la Chapelledecía Sergio.
Sí, eso parecerespondió Javi.
Si nos dejan buscar, lo haremosdijo Sergio, pero entonces Natsuki le quitó el teléfono.
¿Javi chan?
¿Nastuki? ¿Qué…?
Mei y yo sabíamos algo sobre la cuna de la alquimia. No mucho, sólo lo que nos dijeron como pista adicional para salvaguardar la katana, algo que dijo nuestro tatarabuelo cuando escondió la reliquia. Y algo que fue pasando de generación en generación con la gema sagrada. Dijo que la pista que protegía la gema sagrada se refería a un símbolo…
Sí, hemos descubierto que ese símbolo es la flor de lisdijo Javi, ¿por qué lo dices?
Sé únicamente que hay que interpretar el símbolo al revés.
¿Al revés? preguntó Javi, extrañado. ¿Entonces qué quiere decir eso?
Entonces no es el norte. Es el surrespondió Laura al instante.
El sur…repitió Javi, casi inaudiblemente.
Si se refiere al Sur, entonces lo tengodijo Esther. Me parece que sé el sitio exacto.
Ya os llamaremos, Natsukidijo Javi, parece que estamos cerca. Gracias.
Avisadnos cuando tengáis algorespondió la samurái.
Javi colgó y miró a Esther, con la expectación en sus ojos.
Ilústranos, por favor.
El lugar que cambió de nombre al sur de nuestro símbolo en la Sainte Chapelle sin duda es El Panteón de París. Ahora tiene sentido. Templo de la Gloria en 1830, Templo de la Humanidad en la Segunda República. Construido a finales del siglo XVIII. La fecha de construcción encaja perfectamente con nuestro caso. Además está justo al sur de la Sainte Chapelle y es un lugar en el que descansan los restos de personajes ilustres como Alejandro Dumas o  Victor Hugo. Su construcción la ordenó Luis XV.
No estuvimos en él cuando vinimos de viaje de estudios, ¿cierto?
No, no estuvimos. Pero cuando volví a visitar París sí que fui.

Caminaron hacia el sur desde donde estaban, esquivando las calles con gran afluencia de gente. No querían ser vistos por nadie, menos aún ahora que habían huido del hotel y ya se había dado una orden para que todas las fuerzas de seguridad fueran tras ellos, lo cual intranquilizaba a los chicos.

Tardaron un rato en llegar al Panteón. El edificio recordabaa un templo romano. Edificado originalmente como templo religioso dedicado a Santa Genoveva bajo las órdenes de Luis XV, fue cambiando su funcionalidad con el transcurso de los siglos. Grandes genios de la historia como Voltaire o Marie Curie yacen en el panteón de París; también escritores como Victor Hugo, cuyo entierro fue oficiado en el Panteón y prácticamente originó una procesión de gente que fue a darle el último adiós.
Lo primero que llamó la atención a los chicos fue la inscripción del frontispicio: Aux grands hommes la patrie reconnaissante (A los grandes hombres, la patria agradecida). La inscripción fue borrada durante la instauración del Antiguo Régimen por parte de Napoleón y otra vez más adelante, en el Segundo Imperio.
Bien, ¿cómo entraremos? Hay que sacar entradas, y no son precisamente baratasdijo Esther.
Nos colaremos entre los turistasrepuso Javi. Si eso no funciona, no sé qué otra cosa hacer.
Habrá cámaras de seguridad. Nos verándijo Laura.
Entonces Javi se dirigió hacia las escalinatas de acceso y se puso entre las dos columnas centrales será mejor que nos demos prisa.
Confundiéndose entre los grupos de turistas los chicos lograron entrar al Panteón. En mitad del rellano un gran péndulo de Faucolt oscilaba, sin detenerse. Javi se escabulló del grupo y se dirigió hacia un lateral. Vislumbró alguna cámara de seguridad, pero no le importó. Seguramente tendrían que darse más prisa de la que se habían pensado. Esther decidió bajar a la cripta, en la que los ilustres hombres de la patria estaban enterrados. Javi se detuvo ante un grupo escultórico con una inscripción en su base. La Convention. Llamó a Laura, seguramente sabría algo de aquella escultura que le había llamado la atención.
¿Por qué esta escultura? preguntó Laura, acercándose.
Javi señaló el caballo. Laura le miró y asintió.
Claro. Caballos. Caballos por todas partes.
No sé por qué me da que “la convención nacional” que instituyó la Primera República Francesa es la clave para esta búsqueda.
Estamos hablando de casi terminado el siglo XVIIIterció Laura. ¿Estás seguro?
Aquí seguro no hay nada, por desgraciasuspiró Javi, mirando de nuevo la escultura. ¿Qué puedes decirme de esto?
El caballo mira al oeste, eso seguro, pero no está entre Egipto y los tejaresdijo Laura. Aunque, eso sí, la Convención Nacional se reunía en la Salle du Manège de las Tullerías, así que la convención está en el lugar, en cierta manera.
Tengo entendido que luego se trasladarondijo Javi.
Sí, unos años después se trasladaron a la Salle des Machines del Palacio de las Tullerías. Era una sala en la planta baja que se utilizaba para espectáculos, conciertos y cosas así. La mujer de pie en el centro es Marianne, símbolo de la libertad. Como la Estatua de la Libertad, vaya…
Esther aparecía junto a ellos, volviendo de la cripta.
Uno, no hay nada ahí abajo y dos, entre tanto genio junto me siento imbécilles soltó.
Estamos hablando sobre la Convención Nacional dijo Javi, poniéndola rápidamente al día.
Genialsuspiró Esther, eso es para que me sienta aún mejor. Gracias, Javi.
Siempre es un placer, EstherJavi sonrió de oreja a oreja y entonces volvieron a mirar la escultura. Fíjate en lo que está sosteniendo esa tipa de en medio… Marianne. Nuestra luchadora por la libertad, símbolo de la república francesa y a la que parece, los hombres de al lado adoran como a una diosa.
Miró a Laura sonriente y justo en ese momento las sirenas de la policía comenzaron a oírse.
Ni corto ni perezoso Javi saltó el cordón y se acercó a la escultura. Un guardia de seguridad dio la voz de alarma, pero Laura ya había sacado su pistola de dardos y disparado al cuello. Javi se encaramó al pedestal y arrancó la espada de las manos de Marianne, ante la atónita mirada de los visitantes. De un salto llegó al suelo, empujando a un guardia de seguridad que se preparaba para dispararle.
Dejémonos para luego el autobombo, chicos. Ahora no hay tiempo para huidas por la puerta. Vamos al baño y aparezcámonos fueradijo Esther, caminando hacia el final de la sala. Javi y Laura la siguieron. Algunos policías entraban corriendo al Panteón y buscaban a los sospechosos con la mirada. Javi no tuvo miramientos con las cámaras de seguridad que encontró a su paso. Con su pistola las fulminó una a una, para asegurarse de que nadie les viera entrar al baño. Pero algunos turistas sí que les vieron entrar. Nunca les vieron salir. Cuando los policías siguieron las indicaciones de los testigos y entraron en el cuerto de baño donde se suponía que estaban ocultos Javi, Laura y Esther, no pudieron encontrar absolutamente nada.
Para cuando se dieron cuenta de que en el cuarto de baño no había nadie el grupo de ADICT estaba ya lejos de allí.

18.
La frontera.

Era difícil pasar desapercibido con una espada enorme por las calles de París. El reto consistía ahora en regresar a casa, ya que todas las fuerzas de seguridad tenían fichados a los tres chicos de ADICT.
El cielo gris anunciaba lluvia y las sirenas de policía que se escuchaban cerca de donde estaban los tres jóvenes presagiaban que iba a haber tormenta.
Hemos robado una espadadijo Esther. No sé si os dais cuenta.
No me digas…refunfuñó Javi. Como no encontremos pronto un transporte y nos larguemos a España, nos van a perseguir hasta los servicios de inteligencia. ¿Cómo has llegado tú?
Javi cruzó la mirada con Esther. Ella sólo se encogió de hombros.
En avión. Aparecerme largas distancias es imposible. Y si fuera posible sería muy cansado. Hay un límite, ¿sabes? Un kilómetro y medio… y ya supone un gran esfuerzo.
Un leve siseo les sacó de su agradable conversación. Volvieron la cabeza y allí estaban Valentín y Nicolás Vicuña. Los neófitos.
Rastrearos sabiendo por dónde habíais escapado ha sido demasiado fácildijo Nicolás. Lo cierto es que Claire estaba desconcertada con vuestra huida, nunca se le había escapado nadie.
Javi apuntó con la espada al frente.
Déjate de monsergas, desgraciadole espetó, mientras notaba cómo caía una fina gota de agua sobre la punta de su nariz. Empezaba a llover. Tenemos la espada.
Es un pedazo de escultura acoplada en otro pedazo de escultura se rió Nicolás. ¿Te crees que somos tontos?
Un poco, sí dijo Javi, despreocupadamente. ¿Crees que es eso que dices? Pues sí. Puede ser. Pero me lo llevo. Me voy a llevar la espada y nadie me lo impedirá.
Los neófitos se miraron, sorprendidos. No habían tenido tantos lances con ADICT como Vicente y no sabían hasta dónde podían llegar aquellos chavales para lograr lo que querían. Veían la expresión despreocupada de Javi, la mirada seria de Laura y la sonrisa siniestra de Esther y se preguntaban qué clase de gente era aquella, a la que no asustaba ni que todos los cuerpos de seguridad de Francia les persiguieran ni que dos neófitos sedientos de sangre les amenazaran ni que hubiera un vampiro como Vicente Vicuña tras algo que tenían entre sus manos.
Valentín fue el primero en atacar, pero Esther levantó su mano, sin siquiera desenfundar su varita, y una onda de choque envió de espaldas al neófito, que fue a dar con sus huesos en el suelo cinco metros más allá.
Ni lo intentéismasculló Esther, bajando la mano.
Valentín se incorporó. Apenas había sufrido daño, pero se había llevado un buen susto. Nicolás gruñó.
Vais a escribir el último capítulo de vuestra miserable existenciadijo, lanzándose contra Javi. Él blandió la espada esculpida en mármol y la destrozó contra su cabeza. Nicolás cayó al suelo y la espada esculpida quedó destrozada, cayendo algo contenido en su interior al suelo que Javi cogió de inmediato. Una espada metálica, cuya hoja curvada en toda su longitud hacía ver que estaba orientada más a cortar que a perforar. Una katana.
¿Cómo sabías que estaba ahí dentro? preguntó Esther.
Mejor ni preguntes…respondió Laura.
La espada esculpida tenía el tamaño exacto para contener la katana en su interior. La sostenía una diosa a la que todos los demás en la escultura parecían adorar y había un caballo cerca. “Vivir libre o morir” era la cita que aparecía en el pedestal. No está directamente relacionada con Amaterasu, pero nuestra diosa estuvo encerrada en una cueva mucho tiempo. No era libre y por ello quiso morir. Y justo encima había una inscripción en latín como tantas otras que ya hemos encontrado en búsquedas anteriores, que decía “Angelum Galliae Custodem Christus Patriae Fata Docet”, o sea, más o menos, que el Ángel de la Guarda y Cristo enseñan su destino a su país. Nadie más que el ángel y Cristo, no males más antiguos ni vampiros cero. Es un lugar espléndido para esonder la espada. Dentro de otra espada, sostenida por Marianne, símbolo de la libertad del pueblo, a quien parece que rinden culto; mujer que a su vez sostiene una espada y con un caballo al lado, o sea otro símbolo de Amaterasu. Además, lo más importante es que no había más pistas que nos dirigieran a cualquier otro sitio. El lugar que cambió de nombre era nuestro destino. A la fuerza tenía que estar ahí.
Nicolás se levantaba del suelo, pero Laura le envió una descarga eléctrica que volvió a tumbarlo.
Salgamos de aquídijo, guardando la thaser. Hay que volver cuanto antes.
Esther ya se había dirigido a un vehículo que estaba aparcado allí cerca y había abierto las puertas.
¡Venga! ¡Larguémonos! Tú conduces, que sabes huir y perseguir.
GenialJavi funció el ceño, ahora vamos a robar un coche…
No es robado. Lo alquilé en cuanto llegué, antes de ir a veros. Me sorprende que pienses que soy como Lucasrespondió Esther, subiendo al asiento trasero. Era un pequeño deportivo plateado cuyo consumo (le habían dicho a Esther) no excedía de los tres litros a los 100 km. Cosa importante si pretendían huir durante un largo período de tiempo en aquel coche.
Javi se puso en el asiento del conductor y Laura, en el del copiloto.
Pues menos mal. Supongo que la agencia habrá dado tus datos a la policía y que tendrán vigilado el coche…
No había acabado de decirlo cuando las sirenas se oyeron, más cerca de lo que ellos hubieron deseado.
Poneos el cinturón y agarraosdijo Javi. Me toca hacer de Michael Schumacher…
Y pisó a fondo el acelerador, saliendo del aparcamiento, apurando la primera y segunda marchas y hasta la tercera, llegando a la velocidad de ciento veinte kilómetros por hora en segundos.
Pues no está mal esto…dijo Javi, torciendo por una rotonda y esquivando a un autobús que le pasó rozando. Laura, un mapa, guíame.
Dos coches de policía aparecieron de frente por la siguiente calle. El deportivo plateado pasó por en medio a toda velocidad y se saltó un semáforo en rojo, esquivando a los coches en el cruce que atravesaba y haciendo que muchos conductores tuvieran que frenar en seco e hicieran sonar sus bocinas.
¡Por ahí! ¡Derecha! ¡Y recto! ¡Ahí! ¡La autovía!
Siguiendo las indicaciones de Laura, sorteando coches de policía y vehículos particulares Javi salió a la autovía, donde apuró la cuarta marcha hasta los ciento ochenta kilómetros por hora y metió la quinta, sin dejar de pisar a fondo.
¡Nos matamos! ¡De esta nos matamos! exclamó Laura, muerta de miedo.
Qué poco confías en mi periciadijo Javi, tranquilamente, como quien llevaba a los niños al colegio, adelantando a un camión de quince metros a toda velocidad y sobrepasando los doscientos kilómetros por hora.
¿Les hemos despistado? preguntó Esther.
Laura miró hacia atrás. Parecía no ver nada. Tampoco se oían las sirenas.
Eso parecedijo Javi, aminorando la marcha hasta llegar a los ciento veinte. Hay que esconderse. Pintar el coche y doblar la matrícula. No podemos dejar que nos cojan.
Tomó la primera salida que encontró y llegó a las afueras de un pequeño pueblo. Allí aparcó en un sitio discreto, donde nadie pudiera verles.
Desaparezcamos del mapadijo Javi. Esther, ¿puedes encargarte de hacerlo rápidamente?
En cinco minutosrespondió ella. Sacó la varita y apuntó al frente. Murmuró un hechizo y la matrícula cambió instantáneamente. Ahora era totalmente distinta. Hizo lo mismo con el coche, que de ser plateado pasó a ser azul oscuro. También cambió el interior. Cambió la tapicería por asientos de cuero. Por último, abrió el motor.
Veamos qué cambios podemos hacer con esto…dijo, escrutando los componentes.
Con que pongas una entrada de óxido nitroso por si vuelven a perseguirnos…dijo Javi.
Voy a suavizar la transmisiónEsther dio un toque de varita. Y sí, nos vendrá bien el depósito. Haré una transformación elemental de moléculas y la canalizaré…
El coche parecía otro, tanto visualmente como, cuando Javi lo arrancó, en sus prestaciones.
Ahora ya podemos parar a repostar sin que nos reconozcan la matrículasonrió Esther.
Y, ciertamente, todos los medios de comunicación franceses hablaban de los fugitivos que se habían escapado en un deportivo plateado con el número de matrícula que les había dado la policía. Nadie relacionaría aquel coche con el que estaban buscando.
Una vez más Esther salva la situacióndijo Javi. Te vamos a hacer un altar.
Pero pequeñitodijo ella, sonriente. Que ocupe poco.
El siguiente escollo al que tuvieron que enfrentarse fue el paso de la frontera desde Francia a España. Si bien el coche no era el que buscaban, en los puestos fronterizos tenían fotografías de los chicos y estaban inspeccionando y registrando todos los vehículos que cruzaban desde Francia hacia España. Al ver que cada vez se acercaban más a la frontera Javi decidió parar el coche. Faltarían un kilómetro o dos para atravesarla.
Entonces  lo hacemosdijo.
¿Se te ocurre algo mejor? preguntó Laura.
Hombre, pues algo mejor que esta estupidez podríamos intentar dijo Javi, que no estaba conforme con el plan que le había propuesto Laura.
Tal vez no funcione. Tal vez sepan quién erescomentó Esther. ¿Qué harás entonces?
Sé lo que hago, ¿vale? dijo Laura, con un deje cansado en la voz. Sólo se trata de flirtear un poco con el tipo que está en la cabina, decirle que me falta el DNI, que está denunciado por robo y aquí tengo los papeles de la denuncia…
Se nota que son falsosseñaló Javi. No va a colar…
¿Qué quieres, pasar a doscientos por la barrera?
No sería mala idea.
Por el amor de Dios…
Mejor que ligar con el idiota que haya ahí…
Laura suspiró pesadamente y se puso una peluca de color marrón claro. Acto seguido sacó unas elegantes gafas y se las colocó ante los ojos. Se maquilló de tal forma que cuando Esther y Javi compararon la foto que habían difundido los medios con ella, no encontraron más parecido que las orejas, la nariz y el blanco de los ojos. La cara estaba más pálida, las uñas, más cortas y pintadas y el color de ojos había sido disimulado mediante unas lentes de contacto azules. Laura tomó aliento y se dirigió al puesto fronterizo.
El guardia que estaba de turno salió a recibirla. Era ya de noche y eso dificultaba aún más el que la pudiera reconocer. Tras exponerle el caso de la documentación y la denuncia y que necesitaba atravesar la frontera esa misma noche, el hombre se negó alegando que tenían órdenes de no dejar a nadie cruzar a España sin documentación. A unos cien metros de distancia y agazapados tras un seto, Esther y Javi miraban la escena.
Oye, ¿y si lo freímos y un asunto menos del que preocuparse? preguntó Esther.
No me tientes, que lo hagorezongó Javi, mirando cómo su novia hablaba con el tipo aquel y ahora ambos se reían. Ji, ji, ja, ja, míralos, sé que es todo mentira pero joder, me repatea.
Vieron cómo Laura le hizo señas al guardia indicándole que tenía el coche allí cerca. A continuación vieron cómo el guardia salía de su puesto y se iba con Laura hacia el coche.
Genial… dijo Javi, irónico, ahora van a hacer bebés guardia.
Sacó un pequeño dispositivo PEM portátil que había llevado en su bolsillo y, antes de incorporarse, murmuró:
Si esto sale bien todas las cámaras del puesto y todos los dispositivos conectados en esa cabina, morirán fritos por pulsos electromagnéticos.
Eso es sólo un tubo con un cable y un condensador…
Para nada, ma petit sorcière sonrió Javi. Es un tubo de hierro al que he enrollado un cable de cobre y al que he conectado un condensador y un interruptor de los de toda la vida. Me acercaré a la cabina, enchufaré el interruptor y esto generará un pulso electromagnético que freirá instantáneamente todo equipo electrónico, incluida alimentación a cámaras de vigilancia, de este puesto. Una vez hecho eso, pasamos la frontera, nos escondemos y esperamos a Laura.
Hay veces en las que no te hago falta, ¿eh? dijo Esther, sonriente. Probemos tu dispositivo.
Se acercaron, manteniéndose ocultos de la visión de las cámaras. Ya no tenían demasiado tiempo hasta que Laura llegara con el coche, así que Javi se apostó al lado de la cabina y activó el dispositivo. El ordenador se apagó de inmediato, las pantallas que mostraban las imágenes de las cámaras quedaron en negro, la radio dejó de emitir y las luces se apagaron.
Mierdadijo Javi entonces.
¿Qué?
La barrera está abajo y no va a poderse subir.
¿Quieres que la suba yo? preguntó Esther, con sorna. La otra opción es pasar a través de ella y destrozarla.
Sí, hagámoslo.
Cruzaron a través del puesto fronterizo. Ya en territorio español, Esther hizo que la barrera se levantara y quedara así hasta que llegó Laura conduciendo el coche.
Robo de una pieza de La Convention y contrabando. Estamos sembradosdijo Javi, cuando subió al coche. Espero que hayamos llegado en ocho o nueve horas. ¿Qué ha pasado, Laura?
Laura se puso el cinturón de seguridad y se quitó la peluca, que ya empezaba a estorbarle.
Que los tíos sois muy tontos, os ponen a una tía buena que os dice que quiere haceros cuatro cosas en su coche y perdéis el norterespondió Laura. No tuve más que atizarle un dardazo al tipo y cayó redondo. Luego lo he llevado hasta su silla en la cabina y se despertará ahí por la mañana y se preguntará qué narices ha pasado.
Javi movió la cabeza y se dirigió hacia la autovía mientras en su cabeza se entremezclaban ideas sobre los límites que habían traspasado ese día y que lo que había dicho Laura con él sería totalmente imposible que sucediera…
Estaban en España, habían burlado a la policía, habían burlado a Claire y tenían la katana. Ahora ya nada podía salir mal.

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